Podría estar muriendo ahora mismo, ¿lo sabías? En este preciso momento y
en los momentos que siguen sucediendo, podría estar muriendo: mis células, mi
sangre, mi conciencia y mis recuerdos. Todo yéndose directo a la basura. ¿Y
sabes qué? En realidad, no tienes por qué saberlo. Incluyo, yo mismo, desearía
no saberlo.

¿Ves esto? ¿Sabes por qué lo hago? Porque con mi aliento puedo controlar
su duración. Quizás sea lo más parecido a la vida. Y al mismo tiempo, lo más
diferente. Desde el momento en que lo enciendes, comienza a apagarse. Si
inhalas mucho desde el comienzo, durará poco pero te golpeará hasta las
entrañas de una manera tan única que habrá valido la pena el instante. Si
inhalas lenta y apaciguadamente, durará más y podrás sentir detalles que el
instante no te permite: combinaciones y variaciones que traerán más
descubrimientos. Pero ambos caminos te llevan al mismo lugar, al mismo tiempo,
al mismo estado: cenizas en lugares que jamás nadie querrá volver a visitar.
La semana pasada, el psiquiatra me dijo que la vida era un fin en si
mismo; se vive por ser vivida. Pero,
¿quién hace eso? ¿Acaso tú te levantas todos los días por el sencillo acto de
vivir? No. Te levantas para ir a trabajar. ¿Por qué? Porque necesitas el
dinero. ¿Por qué? Porque tienes una familia que mantener. ¿Por qué? Porque ellos
depende de ti. Tu vida se reduce a vivir para trabajar; a vivir para ganar
dinero; a vivir para tener algo que nunca terminas de alcanzar o complacer; a
vivir para que los demás puedan vivir. No creo que a ello se le pueda llamar
vivir por vivir. Y, mi amigo, los por qué que te he dicho, no suenan muy
llamativos de seguir.
Si, tienes toda la razón. Puedo presumir lo que piensas: ¿por qué se
cuestiona todas estas cosas? Créeme, me gustaría vivir en silencio. Pero no
puedo evitarlo. Incluso cuando la alienación no podría ser mayor, no consigo
dejar de sentir el paso del tiempo y sus remanencias. Me hubiera gustado no ver
morir a mis padres. Me hubiera fascinado no tener que despedir a mi amigo antes
de tiempo. Me hubiera encantando quedarme un rato más en tantos lugares… Pero
el tiempo siempre nos avisa que es hora de irnos. Y es ese mismo tiempo el que
nos da tiempo para pensar en lo que el tiempo nos dejó.
No quiero seguir aburriéndote ni dejar que veas mis lágrimas de
impotencia, pero, ¿sabes qué? Podría estar muriendo ahora mismo.
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