Caer. Seguramente allí está la clave: dejarse caer. Caer en un mar
infinito de estrellas desconocidas… y no saber nadar. Porque saber las
respuestas nos condiciona a no besar jamás determinadas muelles; a ir siempre
bajo las mismas luces. Existen sombras buenas, más buenas que la misma luz: es
cuestión de saber por dónde dejar de no ir.

Caer. Definitivamente es lo que hay que hacer: dejarse caer. Caer en la neblina acolchonada de la no seguridad, del no conocimiento, del tiempo no
deducido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡gracias!