-Voy a decirte algo-
-Bueno, decime-
-Voy a decirte dónde está guardado mi testamento-
-¿De qué hablas? La noche siempre te pegó mal a vos…-
-De verdad. Vos escuchame, ¿podes hacer eso por mí?-
-Bueno… Te escucho-
-Gracias-
-Bueno, decime-
-Voy a decirte dónde está guardado mi testamento-
-¿De qué hablas? La noche siempre te pegó mal a vos…-
-De verdad. Vos escuchame, ¿podes hacer eso por mí?-
-Bueno… Te escucho-
-Gracias-
No
estoy diciendo que vaya a morir pronto. No, de ninguna manera. Por el
contrario, desearía que este fuese el comienzo de una larga vida. Y no me
importa que sea cuesta arriba o cuesta abajo, ni que a veces se nuble y otras
salga húmedo el sol. Ya he pisado cáscaras de huevo y bebido hieles ajenas. Ya
nada puede herirme más. Ya nada puede darme más felicidad. Son pocos años los
que llevo en esto, pero de verdad, siento que ya me he recibido. No porque haya
hecho siempre todo lo que quise. No, al contrario. Me quedan muchas cosas por
hacer. Muchísimas cosas que quiero y otras que no. Pero las haría todas. Sin
embargo, lo que he hecho me basta. Me basta para ser feliz y triste a la vez. Le
he dado tanto a la gente de mi alrededor. A los más cercanos y a los no tanto.
Y he recibido y aprendido tanto de ellos y de otros. No estoy en una cresta
pero tampoco en un valle. Estoy en una meseta, desde la que puedo ver todo lo
que he hecho y puedo divisar todo lo que quiero hacer. Creo que pocas veces
alguien puede ser tan crítico, reflexivo y nostálgico, a la misma vez. Estoy en
paz. Nada más y nada menos que eso: paz. Y no fue necesario que muriese para
alcanzarla. Estoy… me siento más vivo que nunca. Porque los sentimientos son
los que nos hacen estar más cercanos a la vida. Y hoy, tengo muchos sentimientos
en mi alma. Dolor, amor, alegría, tristeza, melancolía, regocijo… y más. La
diversidad y ambigüedad de mis sentimientos presentes y los remanentes de los
ya latidos, me hacen sentir más vivido
que nunca. Quizás creas que exagero y que estoy exacerbando la sensación de una
noche de mi vida. Pero no lo sé. Ahora, en este preciso momento, no lo creo ni
lo siento así. Y eso es lo que me importa. Ahora. Este momento. Latiendo a tu
lado. ¿Sabes…? Gracias. Gracias por haber coincidido en esta vida conmigo. No
sé a quién agradecerle, aún no lo descifro. Pero a quien sea, gracias. Porque
si muriese hoy… moriría habiendo vivido.
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