lunes, 24 de diciembre de 2012

UN AÑO PARA RECORDAR (¡gracias!)


Los años nos van y nos vienen. La vida se nos va y a veces vuelve. Los recuerdos llegan y si nosotros queremos, se quedan a dormir. Todos vivimos cosas muy lindas este año, pero también, todos vivimos cosas tristes y amargas durante el 2012. Pero después de todo, así es como deben de ser los años. Con cosas lindas y cosas feas. Con vivencias para guardar y otras para dejar pasar. 

Así son y deben de ser los años. Porque de lo malo aprendemos. Porque de lo bueno disfrutamos. Porque de lo malo y de lo bueno vivimos. 


Les doy gracias a todos ustedes, ustedes que son lo primero y lo más importante en este blog, ustedes que son los que me hacen seguir adelante con este proyecto de compartir con el mundo lo que mi corazón me susurra, ustedes que son nada más y nada menos que mis lectores. Gracias, entonces, por leerme durante todo el 2012 y acompañarme desde que esto comenzó sonándome a locura hasta hoy que me sabe a satisfacción. Gracias. Gracias por dejarme entrar en sus vidas verso a verso. Gracias por dejarme ir y venir con ustedes en un mismo tiempo. Gracias por leer mi forma de escribir el sol.

¡Muchas felicidades! Y recuerden... no debemos rendirnos ni dejar que la tristeza y la desesperanza nos detengan, porque lo mejor, puede estar por venir. 


Sebastián

sábado, 22 de diciembre de 2012

"¿ENAMORARSE?"

Ayer, cuando la tarde ya tenía ganas de caer e irse a dormir, la tentación de treparme a mis dos ruedas azules, se me subió hasta el cuello y me largué a bicicletear el mundo. 

Le di vueltas y más vueltas al mundo en tan solo algunos minutos, y perdí la noción del tiempo y de la rutina (¡gracias a Dios!). El ciclo giratorio de mis ruedas azules me llevó de regreso y de ida, y cuando quise acordar, estaba parado al lado de mi sombra en el mismo lugar del que había salido.
Y allí estaba el sol abrazado a la tarde, a punto de irse a dormir acurrucados en su manto de horizontes.

Me quedé mirando aquel paisaje de primavera. ¿Había algo más lindo? ¿Acaso algo u alguien podía superar semejante acto de rebeldía natural? Y casi sin dejar segundo a suspiro, los susurros comenzaron a emanar del aire primaveral. Letras y tildes mal puestos se unían caprichosos para formar su nombre en el aire. Se hacía inevitable no pensar en su rostro al ver como el sol se rompía en el mar… ¡cómo deseaba estar allí con ella!

¿Ella? ¿Pero quién era ella? Tenía un nombre, un supuesto rostro y una ella. Pero, ¿qué era todo eso? Y aquello no era lo único. Desde hacía varios días me sentía cada vez más meloso. Aunque parezca exagerado, no miento al decir que el chocolate con la receta más dulce del universo, me sabía amargo y casi vacío. Todo perdía el gusto y los susurros nocturnos de unas estrellas muy bien peinadas se habían vuelto guardianas de mis sueños.

¿Qué le pasaba a mi paladar? Era como si algo que hubiese comido me hubiese quitado la capacidad de distinguir los sabores, como si algo que hubiese probado… algo que… ¡pero claro! ¡Esa era la razón! Hacía unos pocos días mis labios habían besado al par de labios más dulces del mundo, y después de ahí, todo comenzó a sentirse amargo. ¿Cómo no iba a suceder eso si aquellos labios fueron tan impactantes para toda mi alma que el mundo se me volvió agrio y casi salado? ¡Qué dulzura asesina!

Ahora tenía una ella, un nombre susurrado, un rostro supuesto y un beso dulcemente asesino. ¿Pero qué unía todas esas pistas? ¿Acaso había razón para sentir que el oxígeno no alcanzaba y que el día era noche y la noche era día? Miré mi reloj y vi que apenas eran las seis menos cinco de la mañana… ¡pero claro! ¿Cómo no iban a serlo si yo sentía que la tarde se estaba cayendo? ¡El día recién nacía esplendoroso desde el mar!

Exhausto de indagar en mi alma, me recosté cercano a mi sombra pálida y cerré los ojos. De pronto, como si alguien bajase el volumen de la ciudad, la tarde caída que era mañana recién nacida, se llenó de silencio. En mi desespero amargo por sentir el ruido de los autos y la mar chocando contra el puerto, mi olfato se volvió más agudo y un perfume me invadió el cuerpo hasta emborracharme.
Ese perfume se me hacía tan familiar y empalagoso… lo conocía y lo había probado, estaba seguro de eso. Cuando comenzaba a perder el sentido de estar en aquella mañana con gusto a tarde, recordé el origen de ese perfume: ¡la noche anterior! ¿Cómo no iba a sentirlo tan cercano si lo tenía en mi ropa? Su perfume natural se había desprendido de su piel y se había impregnado en mi camisa. Lo más primaveral de su esencia carmesí, estaba amarrado a mi vaivén de dos ruedas y de sombra pálida.

Ya nada tenía sentido. A todo mi mundo incongruente se había sumado un perfume de rosas enruladas que me volvía muerto con corazón sonriente. Apenas sentía el sustento del muelle y el sol se reía tímido de mi borrachera.

Y así, cuando ya nada tenía sentido y mi cuerpo estaba a punto de caerse al agua, recordé su imagen completa. La recordé desde sus pies hasta sus besos. La recordé en silencio y encaprichada. La recordé abrazada a mí la noche anterior entre las sábanas. La recordé susurrándome en mis sueños primaverales. La recordé cambiando mi vida en un segundo.

¿Enamorarse?”, pensé en voz alta. Me levanté con la sangre ahorcándome en el alma y partí rumbo a su casa. “¿Qué es eso? ¿Se comerá? Porque creo que me lo comí...”, concluí camino al sol.

"Perdón"


Perdón por
mentir con el corazón repleto
de latidos callados
que si tenían verdades.

Perdón por
no llegar a las seis
al bar del viejo Juanicó
para bebernos con el café.

Perdón por
romper las promesas recitadas
cuando la amistad no era ajena,
¿dónde ha ido la magia?

Perdón por
pelearme con quien cuida mis pasos,
pues ha sido un día de lluvias malas
y la sonrisa no se pinta en mis huesos.

Perdón por
leer sin buscarle sentido;
amar sin saborear el beso;
crecer sin aprender;
vivir pensándolo dos veces.

jueves, 20 de diciembre de 2012

"Esas cosas no se hacen sin amor (pero se hacen igual)"


Luego de tantos días sin tocarnos, me enderecé y la miré de reojo desde el sillón que daba al balcón. Mis deseos de acercarme eran asesinos en busca de sabiduría. Pero no podía hacerlo. No sin sentirlo desde el alma. No podía acercarme si mi corazón no me lo decía. No podía tocarla si las mariposas en mi estomago estaban dormidas. “Esas cosas no se hacen sin amor”, decía mi madre. Y por alguna razón, le creía. Esa era mi filosofía.

Pero aquella madrugada. Aquella madrugada cuando la miré de reojo desde el sillón con vista al balcón, me olvidé de todo lo que me había dicho mi madre. El calor desgarrador trepaba desde los cimientos de la casa hasta llegar al techo de tejas azules. El aire se colaba entre el ventilador que rugía a un costado de su cama y la luna no era más que otra testigo acalorada de aquella noche de diciembre.
Me puse de pié, y me quedé mirándola fijo por varios minutos.

La miré con los labios inundados de deseo y concupiscencia. La miré mientras ella miraba al vacío con su silueta despechada. Hacía varios días que no nos hablábamos. Ni siquiera nos saludábamos por la mañana al levantarnos. Ella se había quedado ahí, en su cama, porque yo me había apoderado del resto de la casa y no había vuelto a entrar en su cuarto. Allí estaba. Deseosa de mi encuentro. Tentándome en su silencio carcelero.

No pude contenerme más y me acerqué. Me acerqué con la respiración acelerada y el pulso en el cielo. Me miró y se sonrió victoriosa. Lo había logrado. Me había acercado. Yo había vuelto a ella por mi propia voluntad mientras ella se guardaba en su silencio seductor. Me acerqué, y con las mariposas rebotando en el cuello de mi estomago, no dudé en acariciar su silueta engreída. Estaba fría y desnuda por mi culpa. Así la había dejado la última vez que nos encontramos. Fría, desnuda y olvidada en aquel escritorio.

Hicimos el amor entre las hojas y nos perdimos entre la humedad sofocante de la tinta. Aquel ruido era sublime. Aquella melodía que salía desde su boca como resultado del amor en movimiento, era el más dulce de todos los sonidos. Su cuerpo volvía a calentarse y su silueta desnuda volvía a ser encantadora.
Hicimos el amor durante horas. Hicimos el amor como si fuese el primer día que nos viésemos las caras. Hicimos el amor como dos jóvenes amantes que se encuentran a escondidas en su nido de pecados y cosquillas. Hicimos el amor y el amor nos hizo.

Ya todo estaba olvidado. Éramos uno solo otra vez. Y la inspiración no fue el fruto, sino la causa. Y la belleza no fue la causa, sino el fruto.

Dejé de tipear sobre su cuerpo y me detuve a mirarla por un instante. Me alejé del escritorio y le sonreí por siempre ser mi amiga y mi amante.
“Al fin terminé la novela”, dije sacando la última hoja de su carro. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

"HIMNO AL AMIGO"


Heme aquí una vez más
con las manos repletas de letras
y una boca que se resbala en rimas
deseosa de ayudar al conocido
y hambrienta de aconsejar al perdido.
Heme aquí sabiendo y sin saber
que ni las vocales
ni las consonantes
ni los puntos ni comas unidos
pueden llenar el vacío del alma…
pero heme aquí porfiado en el intento.

¿Qué sucede estimado conocido?
¿Qué pregunto como desconocido?
Mira, siente, saborea mis cuestiones
que se rebosan sin sentido alguno
porque no se pregunta al amigo,
porque no se piensa dos veces ante un hermano,
porque no vale la vida
si la muerte borró una sonrisa.
Lato junto a tu a tristeza,
me empalago de tus anhelos saciados.

Levanta, mi amigo, esa mirada perdida
hacia un mundo que luce vacío y sin paredes
para juntos dar fundamento y causa
a un nuevo sol sin límites ni alabanzas,
¡huyamos al viejo secreto de verano
que tantas picardías supo tragarse!
Sonríe cuando recuerdes su sonrisa,
llora cuando sientas aún sus lágrimas hirviendo,
suspira cuando concluyas que vivió bienaventurada.
Habla contigo mismo
cuando entiendas que fuiste razón de tal alegría.

Voy y vengo y me pierdo y me caigo
en este embrollo de letras no dichas
y vacíos recién pintados,
¡oh pero no me rindo!
no me iré ahora que la lluvia amarga te cubre,
¡oh no me marcharé!
no sin antes dejar mi paraguas abierto en tus hombros,
no sin antes decirte cuanto te quiero al enojarme,
no sin antes recordarte que no somos vecinos
no somos compañeros
no somos esclavos de una misma tiranía
ni somos hermanos de sangre,
somos amigos.

Te dejo lo único que vale en mi alma
te entrego la última razón por la que viví,
a ti mi amigo y maestro de las mil horas
te regalo sin moño y sin cascabel
estas letras de alabanza y sin sentido.

¡Respira a mi lado mi querido amigo!

martes, 11 de diciembre de 2012

¡REBELDÍA CELESTE!


A partir de el miércoles 12 de diciembre de 2012, podes solicitar mi nuevo poemario "Rebeldía Celeste". Podes hacerlo completamente gratis enviando un email a "sebation6@hotmail.com" con el asunto "Quiero Rebeldía Celeste". Participá hasta el 31 de diciembre, solicitando tu archivo de "Rebeldía Celeste", de una copia impresa y autografiada del mismo. 
¡QUE LA REBELDÍA CELESTE INVADA TU VIDA!

viernes, 7 de diciembre de 2012

Krizovatka - Love (ES-PEC-TA-CU-LAR ! sin palabras)



Este tipo de cosas, estas actitudes, estos valores propiamente humanos, me hacen creer con esperanza que aún tenemos futuro, que todavía podemos salvarnos, que dentro de nosotros, existen personas que son realmente humanos, en todo lo bueno que ello implica, pero también en lo malo. Somos y seremos humanos, pero tenemos y debemos sacar lo mejor de nosotros para darle al mundo y que nos vuelva.

jueves, 6 de diciembre de 2012

"Sabor natural"


A ti que la miras y le buscas la marca
o el origen caro de su perfume,
a ti muñeca de revista
quiero decirte un verso rabioso
y rebelde contra tus modelos.

Entre sus sacos viejos y usados,
no tan lejos de su piel sin cremas
allí donde cambia el rulo erizado
que cae dulce por su rostro hasta el cuello…
¡vive el corazón más tierno del globo!

Tú te escondes detrás de tu celular
mientras ella se ríe volando con el viento
dejando que su perfume de mujer;
su sabor natural no se ensucie con modas.
¡Dulce mujer ella sola y para siempre!

No la quiero con tacones
ni vestidos de fiesta alquilados,
porque ella al levantarse a la mañana
despeinada y sonriendo porque ha salido el sol
se ha ganado mi amor y mis labios.

lunes, 3 de diciembre de 2012

yo digo...

A veces no decir nada, lo dice todo, incluso para quien está acostumbrado a siempre tener que decir algunas letras