lunes, 27 de mayo de 2013

"Cuando el alma..."

Cuando el alma
se encuentra tan frágil
y tan amargamente delicada
que el vital golpecito del latido
se siente como un terremoto
que nos desgarra de cabeza a pies,
y también
cuando el ama
se siente tan débil
y tan inocentemente envejecida
que desplegar la sonrisa
implica gastar las últimas energías
en una mentira fugazmente eléctrica
que cincha los recuerdos
hasta tragarse el mundo
y hundirse en la misma muerte sin gusto.

Cuando el alma
se escucha lejana
y arrastrando sus propias cadenas
a través de un desierto helado…
sin rumbo, sin destino, sin razón
y sin mejor opción.
Cuando el alma
aúlla en silencio
como tres notas
que el laúd no logra decir,
y la garganta se cierra
y se quiebra
y ya de pronto y de repente
nos olvidamos cómo decir,
nos olvidamos qué decir,
nos olvidamos por qué decir.

Cuando el alma
había vuelto a nacer
tras una navidad sin luces
y desde la mismísima Nada
surge el apagón;
aún no ha nacido el salvador.
Cuando ¿el alma?
camina sola y ajena
por las calles
que formaban su hogar
y siente como su piel
no reconoce aquellos cruces,
porque se ha olvidado el origen,
se ha perdido la naturaleza,
se quebrado el cuerpo
de cabeza a pies.

Y ahora llegó el silencio
callado por su propia voluntad.

Y el alma
que quería ser alma
no pudo ser alma.

-¿Me puedo ir?-

miércoles, 22 de mayo de 2013

"ESPERANZA con mayúscula"

Esperanza.
Camina a mi lado
y mantén los ojos azules.
Mira hacia atrás
pero no parpadees al hacerlo.
Sigue a mi lado
y mantén ese mismo horizonte
hasta que lo beses con las palmas.

Esperanza.
Agárrate fuerte
y no te sueltes aunque tire.
Respira agitada
y no encuentres la calma;
continúa bravía
hasta alcanzar tu punto sin coma.
No olvides empezar en otro párrafo.

Esperanza.
Ahora mírame a los ojos
y deja el pasado, el presente y el futuro,
déjalo todo
y piérdete en mis pupilas azules,
olvida el dolor sin recompensas
suelta la tristeza sin amanecer,
ahoga los aullidos
de las mentiras que ya no están.

¿Perdida en mis ojos?
No te encuentres.
Sigue cayendo.
No hay fondo ni final,
no existe destino escrito,
no hay solución con prospecto,
no hay camino fácil,
solo hay…
esperanza.

domingo, 12 de mayo de 2013

"Una vez alguien me dijo que yo era muy joven para mirar hacia atrás..."


Una vez alguien me dijo que yo era muy joven para mirar hacia atrás. Que ni siquiera llegaba a los veinte años de edad, y que por lo tanto, mi vida no era más que un corto camino en un mundo entero por descubrir.

Desde esa vez, en que alguien me dijo que yo era muy joven para mirar hacia atrás, me di cuenta de algo, y mejor dicho, me puse a pensar en algo que jamás había pensado con tanta seriedad: el pasado. Y me pregunté qué era el pasado, por qué todos tenemos un pasado, cuál es el sentido de tener un pasado. Entonces, me cuestioné para mi mismo: ¿cuál era mi pasado?

Mi pasado comenzó siendo una foto que hoy está casi amarilla. Recién nacido. Al poco tiempo, mi pasado se ganó sus primeros pasos, y no cualquier primeros pasos, sino que, fueron los primeros pasos que aprendieron a dejar su huella. Y así la foto se fue haciendo a su lado de iguales y distintas a ella. Fotos blancas y abotonadas. Otras de cielo y cometas. Algunas de caídas tristes y bicicletas marchitas. Pero, paso a paso, el pasado iba formando su colección.

Esa colección de momentos, es el conjunto de huellas que hoy me detengo a mirar detrás de mi espalda. Y aunque no roce ni por hechizo las cinco décadas, como las que tenía ese alguien que me dijo que yo era muy joven para mirar hacia atrás, me di cuenta que ese camino que tenía y guardaba como mi pasado, estaba más cerca de lo que yo creía. Y aún más, ese camino, era más grande de lo que jamás me hubiese imaginado.

Por esa razón, sumando rebeldía a los conceptos ajenos y algunas cosquillas de nostalgia y melancolía, me hundo largo rato a mirar hacia el pasado. Para reír y para llorar, para emocionarme y para dejar pasar, para abrazar a los que se han ido y para volver a charlar con los que aún están.

Pero además, sintiendo cada huella como parte de una vida que no puede cambiarse y que en su momento, fue la mejor huella que pude marcar, me arraigo a ese pasado y lo hago mi motor para el futuro. Porque si de algo estoy seguro, es que ese alguien que me dijo que yo era muy joven para mirar hacia atrás, se había olvidado de mirar hacia atrás sin olvidarse. Como vivió, lo dejó ir, y se olvidó que el también fue joven, que el también sintió tristeza, y que por más que fuese de pocos años, como lo soy yo ahora, él, también miró hacia atrás cuando una gran huella estaba a punto de plasmarse. 
excelente campaña!

viernes, 3 de mayo de 2013

"HIMNO A LA DESCONOCIDA"


Teje la tinta entre los blancos
una historia de naturaleza sencilla
y de impacto renacentista,
teje y no se pregunta
por cómo debería de ser
o si fue lo correcto,
simplemente recorta momentos
y estampa besos hechos latidos.

Bajaba la lluvia desde el cielo
hundiéndose en el medio de la noche
cuando las siluetas pocas iban y venían,
cuando el silencio era para dos, tal vez tres,
y cuando caminando iba
alejándome de la rutina bien peinada,
buscando un viento con sabor a menta.

Ella venía desde más lejos
pero el destino prematuro
estaba escrito como unión de corrientes,
ella venía desde lejos
hasta que de pronto, venía desde cerca
y su huella y mi huella
cayeron distraídas en el pozo clausurado.
Nos hundimos, nos caímos y nos vimos:
la desconocida que también se había perdido (y yo).

La vi y me enamoró,
la escuché y me despertó,
la sentí rozando mi mejilla por error
y quise ser siempre un error,
la ayudé y se presentó,
la miré y no contesté.
Me miró y no la miré,
me habló y no le hablé.
La desconocida era ahora conocida
y aquello que quemó por ser nuevo
se volvió aburrido y empapado de conocimiento.

Desconocida…
¿nos olvidamos
y prometemos no volver a conocernos?