martes, 28 de febrero de 2017

"Solo por una noche"

Quisiera que te callaras por un rato. Más que por un rato… ¿por qué no por el resto de tu vida o, al menos, por lo que queda de la mía? Necesito silencio, pero no cualquier silencio: uno de esos que detienen al tiempo en una profunda noche cerrada, donde nada puede lastimarte porque nada puede tocarte… excepto tus propios pensamientos en voz baja.

Sé que poco puede interesarte lo que digo, pero te ruego –si acaso no debería ordenarte– que me hagas caso. Esta vez, solo por esta vez, limitate a hacer lo que te pido. No te estoy diciendo que vayas y te pegues un tiro cuando el atardecer comience a salpicar en lo lejano del cielo, pero sí te pido que, por esta noche, hagas de cuenta que no estás vivo, que nunca naciste, que jamás nos conocimos. Será solo por una noche. Solo por esta noche.

Mañana entenderás mejor todo esto. Al menos, sé que las pruebas sobre la mesa de lo que ahora te parece solo un par de estupideces, saldarán tu sed de empecinado raciocinio. Igualmente, dejame decirte una última cosa antes de que la noche nos separe –como la muerte separa a la más caprichosa de las uniones–. A veces, aunque todo te diga que no, la mejor opción es confiar: dejarte caer en las escépticas recomendaciones de un consejo que parece marchito, pero que respira con delicada sabiduría. A veces, por más que tu madre diga lo contrario, tenés que salir sin campera y dejar que el invierno te resfríe hasta el último pensamiento. A veces, por más que no tengas ganas, levantarte diez minutos antes te irá regalando la acumulada sensación –sumamente realista– de haber vivido unos diez años más: cuando llegue el momento, la muerte no sabrá qué hacer contigo.

¡Mirá la hora! Tenés que irte y dejarme solo, pero solo de verdad: necesito que te encargues de que todo el mundo respete eso. Será solo por una noche –tan larga y tan triste que hasta la Luna olvidará el sabor de la luz en sus ojos–.

Andate. Y ni siquiera me pienses. 

domingo, 26 de febrero de 2017

"Las personas"

Las personas que toman malas decisiones
suelen ser más lindas y sexys
por una sencilla y vaga razón:
cuando están a punto de equivocarse
y tomar el peor de los mundos posibles
una línea áspera
se dibuja debajo de su ojo izquierdo,
justo donde el párpado sonríe,
y los labios se les arrugan
de una forma tan antipática
que hasta el aire quisiera besarlos como consuelo.

Las personas que mienten sin saber mentir
suelen ser más interesantes y entretenidas
por una simple cuestión:
cuando el pecado asoma por sus fauces
y la injuria mal vestida es inminente
una tonada cariñosa
se instala en lo falso de sus palabras,
allí donde nada tiene sentido,
y las manos les sudan
de una manera tan nerviosa
que hasta la muerte quisiera abrazarlos en su calma.

Las personas que viven en exceso
suelen ser más vivaces y vitales
por un desinteresado argumento:
cuando la vida deambula por entre sus venas
y ya solo importa vivir para contarla
una historia digna de un Nobel
se escribe desde lo más hondo de sus aventuras,
sin omitir el más pícaro detalle,
y el pulso se les descontrola
de un modo tan vivaz
que hasta las vidas ajenas quieren tocarlas.

Las personas… ¿qué?

sábado, 4 de febrero de 2017

"Un rato"

¿Vamos a reírnos un rato?
No demasiado tiempo,
quizás en un par de carcajadas,
tal vez basten solo dos muecas,
pero riámonos un rato
antes de rendirnos en la almohada
y hagamos que la última idea del día
nos pique alegre en la barriga.

¿Vamos a mirarnos un rato?
No por mucho,
solo lo suficiente y necesario,
la mínima dosis requerida,
pero mirémonos un rato
con las pupilas clavadas en el otro
y derritamos esa gélida pesadez
que vive en la charla de nuestras pantallas.

¿Vamos a soñar por un rato?
No tanto como quisiera,
apenas unos pocos delirios,
tres tristes tronadas de dedos,
pero soñemos un rato
hasta ahogarnos en la libertad
y perder la noción del mundo
que no es más que un después.

¿Vamos a vivir por un rato?