jueves, 13 de noviembre de 2014

"Narrando juntos"

Me pregunto cuándo habrá sido el momento exacto en el que me enamoré. La historia es longeva y de apuro a la misma vez. Me pregunto cuál fue el momento preciso en el que todo cambió: cuando el cielo se tiñó de sus ojos y en el mundo solo se escuchó el borboteo tibio de su voz. ¿Cuándo, cuál, dónde habrá sido?  Las teorías no alcanzan.

¿Cuando la vi sonreír por primera vez, tal vez?
¿Cuando la lluvia comió su maquillaje y su piel quedó al natural, quizás?
¿Cuando las palabras se volvieron aquel primer silencio que pedía un beso a los gritos, puede ser?

Me pregunto y me doy cuenta de que la cuestión no vale. Me enamoré y me enamoro todos los días: es una historia que alguna vez comenzó, y mientras siga la tinta corriendo de nuestros corazones, ya no importa saber ni cómo ni cuándo, sino solo seguir narrando juntos

domingo, 9 de noviembre de 2014

"Girando"

¿Cómo me salgo de esta rueda giratoria
que va bailando al ritmo de los dos
destellando en medio de una noche
que ya no nos sabe tan oscura y sin sabor?

¿Cómo detengo a esta mañana giratoria
que me va llevando a soles desconocidos
allí donde el fuego se vuelve un beso
y el aire es solo un suspiro entre dos pieles?

¿Cómo me escondo de este susurro giratorio
que al canto de sus monadas de niña
me lleva de regreso y sin vuelta a la vida
esa que nunca fue pero siempre será?

¿Cómo salto y esquivo a este relámpago giratorio
que llovió un día verde desde el vacío
y desde entonces el horizonte se ha hecho sonrisa
y el cielo un vuelco de colores y primavera?

No sé tú, pero yo
dejaré que todo siga girando. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

"Silencioso amor"

¿Sientes ese ritmo borboteando
como un espejismo que no se rompe
al estallar el sol en sus ojos
y caer la noche a nuestros pies?

Allí va el repiqueteo matinal
que inunda mis cielos de verde

y mancha mis rutinas con merengue
haciendo del mal un vapor de azúcar.

¿Quién dijo que el sol en los ojos quema?
tal vez hubo una equivocación;
ayer la noche me acostó a su lado
y solo ardían sus labios en los míos.

Algo pica y me apuñala
subiendo por mi cuello aún rasgado
recordándome un encuentro tímido
que se volvió mundo de solo los dos.

Las excusas me saben a poco
y el pecho grita y reclama su voz con voto;
“¡quiérela como si no hubiese razón
para nunca dejar de hacerlo!”.

Miro al cielo y solo me pregunto…
¿caminaremos esta noche por la luna
al ritmo del silencioso amor?