viernes, 27 de septiembre de 2013

"Rayos y centellas"

Caen los rayos desde el Olimpo
desgajando la insulsa noche
que no invita ni se desvela:
es noche por castigo,
porque le tocó ser eso y no otra cosa.

Vuelan las saetas en el cielo
y vienen a hundirse en mitad de mi cama:
me miran llenas de veneno
y me preguntan de cuerpo cerrado
“¿dónde queda la guerra?”.
Y les mentí. Y entonces hubo paz.
(¿viste mamá cómo mentir
no siempre es malo?)

Gritan en silencio por entre las tumbas
las brujas sin escoba ni caramelos,
buscan, buscan, y no encuentran;
me miran y me piden indicaciones:
de mi mano vuelven a su caldero,
y ya cuando me iba, siento el embrujo:
caigo febril en la cocción de la cena.
(¿viste mamá cómo a los buenos
no siempre le pasan cosas buenas?)

Brotan esperanzadas y tibias
las sonrisas de las recientemente viudas,
tejen, cocinan y caminan para pensar,
proyectan el futuro, quizás un viaje:
buscan pasajes, boletos o quien las lleve
pero a la mañana siguiente, en la ciudad,
no hay alas, no hay carbón, no hay voluntad.
(¿viste mamá como querer
no es poder?)

Nadie entiende
condenas ajenas.

domingo, 22 de septiembre de 2013

acuérdese que uno nunca está solo: siempre está Bradbury esperándolo para llevarlo a la luna... 


domingo, 15 de septiembre de 2013

"Me enamoré de mi peor enemiga"

Me enamoré de mi peor enemiga. Me enamoré de quien me saca las canas más verdes y los moretones más violetas. Me enamoré de esa mujer que cuando no habla, me enloquece y a la misma vez me conquista.

¿Será su piel tostada por el corto pasar de los años bajo el sol de la tarde? No lo creo. Eso no alcanza. Uno no puede enamorarse de la piel más perfecta, más transparente y opaca a la vez, más narradora de historias que las propias palabras. No, no alcanza.

¿Será el tinte de los acordes marrones que se esconden en sus ojos? Seguramente no. Eso no alcanza. Solo un tonto se enamoraría de una mujer porque tiene los ojos más grandes del mundo. Un mundo interminable. Un universo entero que jamás alguien podría terminar de descubrir. Definitivamente habría que ser un tonto para eso.

¿Será ese millón de mujeres que habitan en una misma habitación dentro de su personalidad? No suena convincente. Un día es la más dulce de este lado del Atlántico. Al siguiente, parecería que las hormonas de Fiona estaban por montones en su café mañanero. Una tarde puede ser la niña más tierna y amable, y a la noche, de ese mismo día, puede ser la adolescente más rebelde y guerrera que habita en las selvas del norte de América. Habría que estar demasiado mal de la cabeza como para enamorarse de alguien así.

Me enamoré de mi peor enemiga. Me enamoré de quien me provoca las más ardientes migrañas, con tan solo una ironía a la pasada.  Me enamoré de un comienzo que ya había terminado…

Me enamoré de mi peor enemiga, y aunque peleé la batalla más tercera de todas, sé que no habrá tregua: ella quiere paz, y yo quiero guerra

viernes, 13 de septiembre de 2013

"De decepción en decepción"

Vivo de decepción en decepción,
o decepciono, o me decepcionan.
¿Por qué?
Porque así somos:
humanos hasta para vivir.

Siempre esperé mucho
de quienes esperan
pero dan poco,
fueron amigos, novias, enemigos:
abrazos, besos, guerras
que no sucedieron.

Vivo de decepción en decepción,
decepcionando a los fieles
y siendo decepcionado por dios
(y decepcionándolo a él),
¿por qué?
porque así son las cosas:
insaciables hasta de fe.

Alguna vez pensé
en dejar que la lluvia
cayera sobre mi, y mojarme,
y que no importase la humedad,
pero lo hice y salí herido;
no sabemos vivir en libertad
(de pensamiento y prejuicios).

Vivo de decepción en decepción,
sabiendo quien me va a decepcionar
y golpeado por quien no sabía
también puede ignorar en el lecho final.
Amigos… pocos,
¿por qué?
porque así son las cosas:
no estamos dispuestos a dar
lo que no nos dan.

jueves, 12 de septiembre de 2013

"Sonreír-Solución"

Viene a nacer el bostezo
entre utopías que no florecieron
y una primavera llana
que siendo tan anhelada
se truncó de camino
y llegando a destino con los ojos cerrados
dejó caer de sus manos
la tormenta más terriblemente azulada
que podría habernos azotado.

Como una ola expansiva
que baña la mañana giratoria
el bostezo se contagia y se condensa,
la atmósfera se raja en su mitad más inocente
y se sonroja y empalidece:
siente el miedo de vivir antes de morir,
así el firmamento se vuelve el límite
que detiene a los viajes febrilmente espaciales
propuestos por los cuentos y los niños.

Algunos se esconden en sus flores de plástico,
otros intentan fotografiar de un solo disparo
todo el mundo que muere
que una vez tuvieron al alcance de una llave
y que ahora desesperados
intentan recordar para ser menos miserables,
y en ese intento, igualmente,
siguen perdiendo el segundo a segundo:
la vida no los espera más que en la terminal.

Si tan solo… no.
Sería imposible un contraataque como ese,
no hay suficientes dispuestos,
nadie podría luchar de ese modo,
sería ir en contra de sus miedos, de sus tristezas,
sería pedirles que por un instante
mirasen el medio vaso lleno… o no,
más simple podría ser aún,
por un momento, solo deben dejar de pensar,
no hay vaso, no hay miedos, no hay despedidas:
solo hay un futuro que espera llegar
y depende de nuestra guerra para hacerlo.

Cubran las flores que fueron mariposas,
destapen los recuerdos más sonrientes
y sonrían y no se detengan al hacerlo:
si el mundo entero en un mismo tiempo
se uniese en una sonrisa calidamente gigante
el cielo temería por sus actos
y los enemigos retrocederían
y la noche volvería a llenarse de luz
y los sueños que una vez se vieron truncados
renovarían la esperanza,
incluso las utopías sin florecer
florecerían sin poder detenerse
bajo la primavera más enamorada de todas…

¡Solo sonrían
y miren todos hacia el cielo!
(por favor).

     

Plain White T's - Rhythm Of Love

domingo, 8 de septiembre de 2013

Coldplay - "Atlas"

espero que reflexionen al escucharla, y que cada nota, despierte en ustedes al menos una parte de todos los sentimientos que hizo despertar en mi.

jueves, 5 de septiembre de 2013

"¡BASTA!" (cortometraje)

Corto realizado por gente amiga. Gente que puede llamarse gente. Gente en la que está depositada la esperanza de nuestro futuro. Gente, como ellos, nos salvará del peor de todos los estados: el desamor. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

-¿cómo estás?-
-mal-

-¿te conté que me compré un reloj?-

"Tocando fondo"

Las lágrimas
corroen estas hojas
que con el corazón aún herido
vengo a acariciar
buscando sanar
o al menos calmar el dolor.

No hay muchas palabras
que pueda ya decir,
lo he dejado todo
en papeles que todavía vivos
me miran tristes
desde sus ataúdes oscuros.

El ardor es evidente,
la culpa intermitente,
la desesperación
y el desahucio permanentes,
la soledad, triste y sola,
para siempre.

Definitivamente
debo comprender sin desdén
que no existe el equilibrio:
los buenos no tendrán días soleados
y los malos no vivirán en la tormenta;
el pueblo paga lo que el rey no hizo.

Un sol de cristal
duerme sobre mi cabeza
y una cruz de madera
lo acompaña atada,
pero no importa,
no hay nudo que impida despedidas.

Así que
no digo gracias esta noche,
no cierro los ojos y respiro,
y con las venas hirviendo
dejo de mirar hacia el cielo;
le doy la espalda al creador (asesino). 

lunes, 2 de septiembre de 2013

"Evidentemente, perdí la guerra"

Evidentemente, perdí la guerra. Ni los muros, ni los poetas soldados, ni las flores del mal, ni los gestos altruistas, ni las miradas llenas de lágrimas; nada pudo contra el enemigo.
Podría ponerme a filosofar, casi que en forma de auto venganza, sobre el por qué de mi derrota, pero hacerlo, no significaría nada. Porque esta vez, no quiero aprender de las cenizas. Porque en realidad, el fuego no quemó tantas palabras mal dichas, sino que arrasó, por el contrario, con las no dichas. Así que juzgarme y juzgar lo ocurrido, no sería más que recordar algo que intento olvidar.

Llovieron noches venenosas durante mucho tiempo. Y no hubo pueblo en mi patria que no bebiese de esos charcos hediondos; no por haber perdido el olfato, sino porque no había alternativa. La salida nunca tuvo un cartel por encima que dijera “aquí estoy”. Los suelos y las nubes se complotaron para hacerle perder el camino a cualquier valeroso errante que estuviese decidido a escapar de aquella masacre. Del mismo modo, aquellos que encontraron la salida, no pudieron volver. No porque no lo quisiera, ni porque ellos no lo quisieran, sino porque alguien más no lo quiso, y si ese alguien no quiere, querer ya no es poder.

Recuerdo con densa melancolía, aquellas mañanas en las que los campos amanecían callados desde el horizonte. Con las primeras luces de la aurora, los caballos trotaban lento por encima del rocío y las madres se levantaban con el canto de flores y pájaros que se reencontraban tras una triste noche separados. Lentamente las voces de los niños y el ruido de las páginas de los diarios siendo pasadas, comenzaban a volverse eco en el silencio del verde. Luego venían las risas y las despedidas de almohada y café.
Los brotes verdes se desperezaban sobre la tierra y el sol comenzaba a llover sobre sus cuerpos. La vida nacía en cada rincón del pueblo. Así lo quería la mañana. Así lo veía yo desde mi balcón. Así lo quería el que cuando quiere, puede.

El mediodía siempre tenía aroma a sopa. Las verduras hervían cariñosamente en las ollas de metal, mientras los niños volvían de la escuela con las túnicas manchadas de juegos y sueños nuevos. Recuerdo el aroma de los arbustos de cedrón que la brisa hacía golpear contra mi puerta.
Ya cuando el sol daba tregua, la tarde sabía fresca y podía verse cómo las ruedas, las pelotas y las muñecas, todas salían a jugar en las calles vacías.
Como si pudiera hablarle, recuerdo a una anciana que todas las tardes, a la misma hora, sacaba una silla a su puerta y se sentaba a tejer. Siempre confeccionaba algo distinto, con colores alegres y a veces tristes; según decía ella, eso dependía de cómo se sentía. Cómo olvidar el color de aquellas lanas que asomaron el día que todo se vino abajo… Jamás podré olvidar aquel profundo carmesí que corría por entre sus agujas.

Prefiero no evocar las noches. No porque no fuesen hermosas y febrilmente pasionales. Sino porque una noche como cualquiera otra, fue cuando nuestro pueblo fue azotado por el yugo tirano del destino… y como ya dije, no recordaré algo que intento olvidar. Los ojos todavía respiran sal de tantas lágrimas derramadas y las cicatrices en mis brazos, piernas y cuello, aún laten con rabia y desdén. Asimismo, aún puedo oír en mi cabeza los gritos de los pueblerinos al ver como el fuego consumía sus casas y a sus seres queridos. Ese dolor quedará impregnado en mi mente para siempre y por siempre, como el recuerdo de que la muerte, no olvida ni llega tarde.

Reconocer los errores forma parte de cualquier plan de reconstrucción. Está en la tapa de cualquier libro. Pero, ¿qué pasa cuando los errores apenas fueron una parte de la devastación? No hay portada, prólogo o novela entera que diga cómo actuar contra el destino.

Heme aquí ahora, tomado de las manos con los sobrevivientes. Mirando cómo ha quedado nuestro querido pueblo. Habiendo rescatado las pocas semillas que quedaron de un lugar donde todo era vida. Dispuestos a dejar nuestra alma en el futuro. Porque estamos confiados de que lo mejor está por venir. Pero estamos tristes, solos, destruidos en cuerpo y esperanza. La venda es grande y los cuidados intensivos, pero el temor jamás dejará de asomar en cada casa que volvamos a levantar, en cada árbol que enderecemos, en cada madre que engendre vida en su cuerpo.

Recuerdo que sin que fuese fin de año, rompimos los calendarios y los echamos al fuego que casi se consumía. Recuerdo que alguien dijo “estamos volviendo a empezar, con las lágrimas en los bolsillos, haciéndonos pesar el dolor que vivimos, pero con el cielo en nuestros ojos, recordándonos que el futuro podrá nublarse, podrá despejarse, podrá poner el sol sobre sus hombros…”. Recuerdo que aquel silencio que solo había antes de que despertara la mañana, luego de la guerra, nos duró mucho tiempo a todos, e incluso hoy, de vez en cuando, a cualquier hora, si uno cierra los ojos, puedo sentir el silencio en algún lugar del campo…