sábado, 19 de diciembre de 2015

"Carta para un alguien"

Querido alguien,

esta es una carta sin destinatario; y si preguntan, seguro tampoco tiene remitente. Porque no soy yo el que escribe. Es alguien. Un sujeto que ya no sabe cómo decir las cosas. Alguien que puede pensar las palabras pero no sabe cómo ordenarlas, ni cómo decirlas. Así que este, el que aquí escribe, definitivamente no soy yo. Que quede claro. Y esta carta no está dirigida para vos, ni para vos, ni para vos.

Estoy quebrado. Y no me refiero a la falta de dinero, ni a que alguien me haya recomendado estar con la pierna en alto. Tengo el alma dividida no en dos, ni en seis, sino en tantas partes que no quiero contarlas. En realidad, quizás el problema sea que no puedo contarlas. Es como si cada una de esas partes se hubiese ido tan lejos que no puedo reconocerla. Cada persona, cada momento, cada célula de tiempo se quedó con una parte de mi vida; y hoy, aquí, destrozado, no sé por dónde empezar a buscar. No sé dónde buscarme. Y tal vez el problema no es que esté en demasiados lados, sino que no estoy en ninguna parte.

Ya lo mencioné: este no soy yo. Aunque creo que el mayor de mis problemas es ese: creer que este no soy yo. ¿Quién es el que no puede tomar entre sus manos el amor más sincero y dejarlo fluir hasta que se vuelva sangre? ¿Quién es el que se oculta en su propia mentira para hacerse del mundo un lugar mejor, olvidándose de que a cada engaño se vuelve peor? ¿Quién es el que nunca se conforma con el universo que vive a sus pies? ¿Quién es el idiota que estando vivo, solo piensa en los beneficios de la muerte? Me da miedo creer ese sea yo; pero en el fondo, creo estar muy seguro de serlo.

¿Qué es la madurez? No lo sé. Y si lo supiese, tampoco sé de qué me serviría. Así como no sé de qué me sirve tenerla colgando de mis ojos. Siempre escuché que los ojos son la puerta al alma: y si lo primero que la gente piensa cuando me ve es “¡qué maduro!”, solo puedo pensar “¡qué tristeza!”. Si mi alma solo es capaz de hablar sobre la parte dura del camino, esa que me hizo crecer de golpe, ¿de qué valieron tantas lágrimas de aprendizaje y moralejas? Si no puedo estar lleno de alegrías, sueños, aventuras… y de inmadurez, ¿de qué vale la vida? ¿Acaso ser maduro me ayuda a amar? ¿La madurez es capaz de hacer que un abrazo me cambie el día? ¿La madurez me puede llenar de felicidad en tan solo un segundo? ¿Ser maduro puede darme alguna de las cosas por las que vale la pena vivir? No lo creo.

Tal vez me habré equivocado una y otra vez en las maneras en las que he dejado que me amen. Pero no puedo creer haber sido tan idiota de haber hecho mal lo único que creía que hacía bien: amar. Siento que he amado de la manera menos amante que uno puede amar: amando en el futuro. Pensando en el mañana. En lo que vendrá. En lo que la otra persona sentirá. Y en lo que sentiré. Así no se puede amar. Si no se ama con los pies puestos en el presente más cercano, en el beso del ahora, en el cosquilleo del estar juntos en cuerpo y alma, entonces ¿qué se hace? No lo sé. Pero aunque pique como amor, ese no es el amor que yo quiero. Quiero amar amando el momento. Amar sin restricciones. Amar sin moralejas. Quiero un amor inmaduro. Uno que me golpee hoy y hoy mismo me acorrale entre la humedad del perdón. Quiero un amor que no tenga miedo de terminarse y que simplemente viva por amar hoy, hoy y hoy. Quiero que mañana sea ahora. Y que así, como vital consecuencia, amar hoy, sea amar mañana. Solo así vale el amor.

Recuerdo que esta carta no tenía remitente ni destinatario. Pues bien, ahora lo tiene. Esta carta es de mi parte y va dirigida hacia mí. ¿Me escuchás? Sí, vos. Tenés que dejar de escapar. Dejar de escaparte. La vida te da la oportunidad de encontrarte y no volver a perderte. Es el momento de comenzar a ser sincero y a vivir en el presente. Llegó la hora de que de soñar se transforme en vivir. Y que vivas hoy. Ahora. En este preciso momento. Llegó el momento de mirarte a los ojos y que con las pocas agallas que te quedan, puedas decirte toda la verdad: este que está aquí, pensando en todo lo que ha hecho mal, y viviendo en el pasado del error, ese, este, no sos vos. No soy yo. Porque yo solo vivo en el presente. Y todo esto no ha sido más que pasado y un casi futuro. Y yo, no soy más que un aquí y ahora, que por más que amenace a cada segundo con hacerse historia, siempre vuelve a hacerse presente.

Solo voy a decirte una cosa más: no te atrevas a responder esta carta si no tenés la certeza de que vaya a recibirla hoy mismo; porque no sé si estaré vivo mañana. Y tampoco creo que valga la pena estarlo.
Sin más que decir,
¿yo? 

jueves, 10 de diciembre de 2015

"Debes volar"

Debes volar,
volar tan alto
que el mundo olvide tu sombra.
Volar,
volar tan lejos
que el tiempo se canse
y se duerma al esperarte.
 
Debes crecer,
crecer como un niño
que tiene el mundo delante.
Crecer,
crecer como una estrella
que un día despertará siendo sol.

Debes luchar,
luchar tan fuerte
que escuche la muerte.
Luchar,
luchar tan convencida
que nada te arrebate las esperanzas.

Debes gritar,
gritar tan hondo
hasta que hable tu alma.
Gritar,
gritar tan estruendoso
que espantes todas las tormentas.

Debes vivir,
vivir tan presente
que jamás te sientas ni ayer, ni mañana.
Vivir,
vivir tan sonriente
que no viva la muerte. 

martes, 27 de octubre de 2015

"Sonreír sin escuchar"

¿Cómo decirle que no a la rutina que impone el tiempo? Incluso cuando esa rutina está hecha de amor y otras deidades; ¿cómo negarse a semejante espectáculo? La escapatoria está, claro que está; pero no luce como una opción, sino más bien como un camino cuesta arriba, arriesgado e innecesario. ¿Para qué cambiar si así “vamos bien”?

Quizás allí esté el problema: en la comodidad de estar sin estar, de sonreír sin escuchar, de amar sin amar.

El cielo me mira y no puedo evitar bajar la vista con vergüenza. Él sabe que hago mal, pero ¿qué puedo hacer? Soy un cobarde. Siempre lo fui. Soy un inútil, rehén de mis propias mentiras y palabras mal escritas. Ni ella, ni ellos; nada más que yo. La culpa no es nuestra; es mía. Y aquí no hay botón de pausa ni “stop”; solo vale una opción: la que no estoy dispuesto a tomar.

¿Caminos? Los veo, pero no los sigo. ¿Vida? Ya ni sé qué es eso. Vivo de mi constante muerte y muero de mi inconstante vida.

Hoy no. Quizás mañana. Tal vez nunca… al fin y al cabo, ¿para qué? 

jueves, 8 de octubre de 2015

"De por qué no hay primavera cuando es primavera"

­­¿No te das cuenta de lo que pasa? Es evidente. No necesitás llamar a ningún médico para que te lo diga: está ahí, delante de nuestras narices. Frías narices, por cierto. Depende de vos e, indefectiblemente, en esta oportunidad, de mí. Depende de nosotros. ¿No te das cuenta? En este momento, la felicidad del mundo está en nuestras manos.

¿Que cómo? ¿Cómo podés preguntarme eso? No puede ser más claro. Algo falta. Es como si algo estuviera fuera de su lugar. Como si al puzzle le faltara una pieza. Imaginate que querés pintar tu cuarto: tenés la pintura, los pinceles, un mameluco azul, la energía y también el tiempo; pero no tenés un cuarto que pintar. Es exactamente lo mismo. Y todo, todo depende de vos y de mí.

Seamos sinceros y sencillos, ¿te parece? ¿Qué pasa afuera? ¿De qué se queja la gente todos los días, cuando va en el ascensor apretada, cuando recién sale de su casa, cuando se frota las manos y mira hacia el cielo? ¡Todos piden lo mismo! El calendario lo indica. Y no se trata de que este año no hayan cambiado la hora. Va mucho más acá de todo eso. Está acá: justo delante de nosotros. Setiembre, octubre… y nada. Las bufandas siguen mezclándose en las plazas. Los jarabes para la tos y los pañuelos siguen en temporada alta. Y la sopa todavía se tolera. ¡El mundo está enloqueciendo, y todo es culpa nuestra!

Habrás notado que llegué a la palabra “culpa”. No era mi intención, pero no me dejás otra. La gente nos señala por la calle: “¡Culpables!”. Y tienen razón. La culpa de que el termómetro y el calendario no coincidan es nuestra. La culpa de que las cometas corran a abrigarse es nuestra. La culpa de que la rambla siga desnuda es nuestra. Y nuestra culpa es tan vaga y tan insignificante… ¡quién lo diría!

Fácil y sin rima: hasta que vos y yo no estemos juntos, la cosa va a seguir igual. La gente va a seguir molesta. La mañana se va a levantar sin ganas. Las radios van a sonar todavía más chillonas y desinformadas. Porque el mundo va a seguir esperando hasta que nos decidamos. Esto va a seguir igual: para vos, para mí, para todos.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Dejamos salir a la primavera?


sábado, 19 de septiembre de 2015

"El periodismo asesinó a las mariposas"

Se destiñe en silencio
al morir el otoño en mis manos,
cae como tinta todavía gélida
en la que aún viven historias
dulces, tristes, húmedas y muertas.

El trazo no es el mismo
ni las líneas tan cortas e insensatas,
hay algo, un dejo de realidad
ese abismo donde muere la ficción
y gana la siempre amarga razón.

Hasta el papel cambió su piel
apenas se encienden las palabras
casi no las escucho sonar al tocarse…
porque no hay aire que llenar con sinalefas
porque no hay tiempo para mentir.

Suena la luz en la ventana
no es la aurora ni Dios,
es ese despiadado carcelero…
el periodismo
asesinó a las mariposas

lunes, 7 de septiembre de 2015

"Escribir... y solo escribir"

¿Qué? No me mires así. Yo no fui. Fuiste… ¿vos? No sé quién fue. No creo que haya sido alguien, sino más bien algo. Bueno, no sé. ¿Por qué debería habernos pasado algo? O sea, sí, algo nos pasó; ya no somos lo que éramos. Pero ello no implica que haya tenido que pasar algo, puede simplemente haberse dado así.

Tomé otros caminos y vos seguiste por los mismos de siempre. Tarde o temprano nos íbamos a alejar; era previsible. En mi nuevo mundo no hay lugar para renglones profundos ni para puntos suspensivos. Al contrario, no existen los sentimientos ni hay lugar para la filosofía; las líneas son estrictas y las oraciones siempre andan –aunque con lo justo– bien vestidas.

Lamentablemente es así. Allí se trata de decir la verdad y de ser fiel al lector. Contigo… contigo solo somos tú y yo. Y la fidelidad solo tiene lugar si el corazón así lo indica. Allí lo único que escucho es el borboteo ansioso de un montón de teclas políticamente correctas. Entre nosotros… podía escuchar al mundo siendo mundo y vida. Tú y yo éramos vida y a la vez mundo; perdidos entre las letras jamás había problemas ni llamadas para rectificar información.

Nada estaba bien o mal; las cosas eran y vivían para siempre. Ahora solo escucho diferentes miradas de lo mismo, todas velando por sobre sus intereses. A veces me encuentro escribiendo sobre algo que ni siquiera entiendo… y tampoco comprendo a quién podría interesarle. Una realidad tan cercana pero lejana a la vez. Un universo que nos miente sin importar lo que hagamos. Y, mientras tanto, al alcance de nuestra propia alma, vive el encuentro más sincero de todos; el del papel y la sinceridad con uno mismo.

Son distintos. Cada uno con su pasión. Pero yo te extraño. Te extraño a vos. Con tus oraciones largas e indefendibles y con tus desordenes de tiempo. Te extraño con tus personajes y con tu lejanía de la realidad; extraño esos viajes en el tiempo al alcance de un verso. Extraño vivir a través de otros… y que todo concluya en un sueño al final del último párrafo. Extraño esos días en los que los asesinos no eran tan malos… porque también respiraban. Extraño esos tiempos en los que los malos podían hacerse buenos y los buenos más buenos. Extraño que el sol se derritiese sin que nos diéramos cuenta.

Extraño escribirnos sin pensar. Escribir y sentir. Escribir y vivir. Escribir… y solo escribir.

jueves, 13 de agosto de 2015

"Nada más que luz"

Hay un momento,
a veces un segundo
y otras un par de minutos,
pero existe un encuentro,
un tramo de tiempo muerto
que un día decide transformarse
y desde su fría soledad
sube,
sube,
sube
y todo cambia para siempre.

El reloj lo indica formal,
a veces en punto, a veces casi,
pero el resultado es igual:
trepan
y suben directo hasta el cielo
tu suspiro, mi suspiro
y el mundo se sonroja,
y desde entonces
ya nada vuelve a ser igual
entre tú y yo,
entre la esperanza y el dolor.

Todo despierta,
la vida vive de repente,
la música suena más fuerte,
el agua fluye en el silencio,
y tus ojos, mis ojos
se abren transparentes,
ahora todo tiene destino:
el ayer existe tenue
y el mañana ríe a la espera;
el hoy se nos vuelve electricidad
y toda cobra sentido.

¿Qué sería del ritmo natural
del viento y las calles
del tiempo y los cuentos
del silencio y los recuerdos,
si de vez en cuando,
al vivir su antojo de escapar,
el papel no estuviese abierto
y el vacío estuviese siempre lleno?
Porque de eso se trata
el juego del amor y la vida:
estar dispuesto al milagro.

Un día como cualquier otro,
en el desliz de algún dios,
la tinta dejará de ser suficiente
y las palabras perderán sabor,
por que en ese mágico entonces,
todo será distinto a como lo ha sido siempre:
asomará
y subirá
y subirá
y tan alto como jamás nada ni nadie
la luz se prenderá al tiempo.

Y desde ese entonces,
luz…
luz aquí y allá,
luz…
y nada más que luz
después de la tormenta. 

miércoles, 5 de agosto de 2015

"¿Quién es el culpable?"

¿Quién es el culpable
de tantas risas saltarinas
y tantos bailes de sueños?

¿Quién tiene la culpa
de nuestros besos clandestinos
y nuestras miradas asesinas?
 
¿Quién es el culpable
de ese cosquilleo permanente
que vive y aúlla entre nosotros?

¿Quién tiene la culpa
de extrañarnos sin tiempo
y amarnos sin destino?

¿Quién es el culpable
de que estas pieles se sepan incompletas
cuando no duermen juntas?

¿Quién tiene la culpa
de que el sol no se sienta suficiente
cuando el frío es distancia?

¿Quién es el culpable
de volverse uno siendo dos
aún estando separados?

¿Quién tiene la culpa
de responderse sobre el futuro
imaginándose de a dos?

¿Vos o yo?
¿Yo o vos?
Los dos.

lunes, 20 de julio de 2015

"Asesino amoroso"

De repente, en el medio de la frialdad de la madrugada, me encontré entre mis propios pensamientos. Allí estaba: sucio, herido, vacilante frente al presente. Con una piedra en una mano y una rosa en la otra. Sin poder mirarme a los ojos. Sin poder acariciar mi propia palma. Siendo yo mismo. El que siempre fui. El que jamás dejé de ser. Ese a quien tanto aborrezco y tanto necesito para vivir.

Me encontré siendo el asesino que visita las tumbas de sus víctimas. Cada año una distinta. Cada vez una razón diferente. Frente al destino hecho polvo. Ya no queda nada cuando se está allí: no hay aire, no hay recuerdos, no hay más engaños. Ese instante, ese mísero momento en el que los ojos del asesino y la piedra lisa y fría de la tumba se encuentran, tal vez sea el único segundo sincero de la existencia: ya no hay nada que ocultar.

El puñal siempre es tentador, pero la rosa me encripta las venas y me roba los impulsos. Algo, una razón debe existir en algún lugar. No concibo que todo se reduzca a una simple batalla en la que gana la compasión. Mis víctimas son mías y de nadie más. Sus gritos. Sus lágrimas. Sus historias preferidas. No hay nada que no haya pasado por mis manos: hasta su último aliento fue obra de mis modales.

¿Qué me queda? Escucho a los fantasmas de mi pasado. Ellos cantan lo que no me atrevo a pronunciar: todo puede ser distinto. Podría dejar de mentirme y mentir como consecuencia. Podría cerrar esa bóveda infinita de latidos animados por un relámpago piadoso. Quizás sea el momento de asesinar y no asistir al funeral. Un asesino no es más que un nexo entre el aquí y el un poco más allá. No es correcto que la culpa viva fluctuando entre ambos lados. Uno debe ser el malo o ser el bueno: no ser el carcelero cariñoso.

Es tiempo de clausurar esta noche amarga. Es el momento de hundirme en lo más profundo de mis desencuentros y gritarle al tiempo que se ha equivocado. Es la hora de abrir ambas manos y dejar caer la piedra y la rosa. Que todo se desmorone a mi alrededor. Y que la calma no sea más que tormenta.

No más víctima ni victimario. Desde ahora… nada. Nada más que nada. Mientras escucho al silencio de la muerte caminar hacia mí.

lunes, 29 de junio de 2015

"Recuerdo... que te olvido"

¿Te acordás de aquella vez en la que hablamos hasta la madrugada? Era verano, me acuerdo muy bien. Fue de las pocas veces que me quedé en tu casa hasta tan tarde; quizás la única. Hablamos de ella, de ustedes y un poco de nosotros. Teníamos hambre, pero la conversación apenas nos dejaba respirar. Hablamos como solíamos hacerlo: tan concentrados que parecíamos distraídos.

Recuerdo lo que venía sucediendo. ¡Mirá que la sufrimos! Pero también nos reíamos. Nuestros amigos jamás nos dieron la espalda. Y ya sabes quién siempre estaba para hacernos sonreír con sus guarangadas. Éramos felices. Llenos de contradicciones y sentimientos confusos, pero felices. Supongo que era porque teníamos cosas por las que alegrarnos como buenas notas o haber pasado el último nivel en la computadora. Ahora que lo veo en retrospectiva, estimo que éramos felices porque nos teníamos el uno al otro. Y con eso, en gran medida, alcanzaba.

Recuerdo que la ventana estaba empañada cuando me fui… Qué curioso, ¿por qué estaría empañada si era verano? Tal vez… No… No puede ser. ¿Era julio? Hasta hace poco todo estaba tan claro. Recuerdo que dormí en tu cama y tú en el sillón… y me tapé hasta la cabeza. Era julio. No era verano. Estábamos en invierno; un invierno que rajaba los vidrios. Pero sí era de madrugada, eso sí está claro.

Recuerdo que hablamos hasta tarde… No puedo dudar de ello, porque esa fue la razón por la que me quedé a dormir donde usualmente no me quedaba. Y hablamos de ella… y de vos y ella… y de nosotros… ¿De qué hablamos, en realidad? Sé sobre quién hablamos, pero no recuerdo ni una palabra de los que dijimos. “Arriesgate”, “No sé qué puede pasar”, “Mejor no digo nada, vamos a dormir y mañana vemos”; recuerdo frases como esas. Momentos sueltos que se unen lejanos. Pero no logro esclarecer a qué llegamos: ¿qué hicimos? Bueno, sí, sé qué hicimos: recuerdo cómo concluyeron las cosas. Pero no qué pasos exactos decidimos tomar. Es tan extraño… porque éramos tan meticulosos. No lo entiendo.

Recuerdo que hablamos de amor. El tema te tenía muy preocupado. Por eso nos quedamos despiertos hasta tan tarde. Tenías que tomar una decisión; bueno, teníamos que hacerlo, porque en aquel entonces no dábamos un paso que no fuera en conjunto. Era nada o todo por ella. Ella… Sí, ella… ¿Quién? ¿Te acordás de quién hablábamos? Sé que hablábamos de una ella. Porque recuerdo tu rostro: tenías la mirada cansada y el corazón resonando en tus mejillas. Pero no logro acordarme de quién hablábamos con exactitud. No tiene sentido.

Recuerdo que hablamos hasta la madrugada. Nunca habíamos pasado tanto tiempo juntos. Nunca… nunca pasamos tanto tiempo juntos. ¿Lo pasamos? ¡No puede ser! ¡No me acuerdo! Hasta hace un instante tenía la certeza de que habíamos estado ofuscados por horas en torno a discusiones infinitas, y ahora ni siquiera logro establecer hasta qué hora lo hicimos. Quizás… No. Tal vez… Me rehúso a creerlo. Pero solo quizás… quizás no hablamos. Quizás estuvimos en silencio. O tal vez… ni siquiera estuvimos juntos esa noche.

Recuerdo… recuerdo cada vez menos. Ahora solo tengo claro que tengo miedo a olvidarte. A olvidar lo más básico de nuestros momentos: tu forma de hablar, los temas de conversación, los lugares que frecuentábamos. Te olvido. A cada día que pasa te olvido un poco más. Se borran nuestras charlas. Se borran nuestros abrazados no dados. Como un montón de hojas de otoño… que un viento frío esparce por el aire y el tiempo.

Recuerdo… que aunque me lastima el alma y no quiero hacerlo, igualmente te olvido.


¿Qué hago? ¿Me escuchás? ¿Te acordás de mí…? Porque yo creo que no sé quién soy desde hace mucho tiempo.


miércoles, 17 de junio de 2015

"Un amor de los de antes"

¿Qué vive ardiendo
entre tus ojos y mi alma
que nos hace desearnos en silencio
cuando el tiempo aún vive
como una rutina asesina?

¿Qué nos pica cosquilloso
entre tu boca y mi destino
que nos vuelve locos sin paz
cuando la ciudad aún quema
como un frío desaire de junio?

¿Qué grita desde lo profundo
en el encuentro de tu abismo y mi cielo
que nos deja los sueños sin aire
cuando las mentiras aún cantan
como un recuerdo mal guardado?

¿Qué hace
que entre vos y yo
el amor crezca y siga vigente
aún cuando la distancia suspira
como una prueba clandestina?

A nuestro amor
no lo hace más nada
que el amor siendo lo que es:
un amor de los de antes. 

jueves, 28 de mayo de 2015

"Cuando todo no es suficiente"

Cuando las palabras no bastan
por ser ellas presas de la bondad,
hijas de un cielo siempre claro
y un sol jamás escondido;
palabras lavadas y bien vestidas
ensamblando tiempos sinceros
que nadie quiere leer.

Cuando el silencio no alcanza
por ser solución simple al desamor,
amigo del buen entendedor
y enamorado de las verdades otorgadas;
silencio limpio y transparente
significando lo que sí y lo que no
sin nadie que quiera escucharlo.

Cuando el aire no vive
por ser libre en su propio viento,
enemigo del odio sin cartas
y de las lágrimas sin moralejas;
aire puro y a veces lunar
charlándole al mundo sus tristezas
esperando aún un abrazo consuelo.


Cuando ni las palabras
ni el silencio
ni siquiera el aire
son suficientes.

martes, 26 de mayo de 2015

"Destilando"

Aquí vengo sin caprichos
destilando lo poco que queda
de mi alma baleada por el egoísmo:
un amor propio de los ajenos
que jamás llovió sobre mis ojos.

Aquí vengo entre llantos fríos
destilando lo poco que queda
de mi alma saboteada por ustedes:
un par de prostitutas bien teñidas
que se alimentaron de mi suave crueldad.

­Aquí vengo con un grito tirano
destilando lo poco que queda
de mi alma asumida como solar:
ya no hay tiempo para el amor
ya no hay espacio para el perdón.

Aquí vengo de rabia callada
destilando lo poco que queda
de mi alma.

martes, 12 de mayo de 2015

"Día a día"

Día a día
del beso aprendo
y un mirar me custodia:
ellos son mi patria,
el origen y el punto sin coma
de mis palabras líquidas.

Día a día
cocino un verso distinto
y el cielo llovizna a veces sal
y otras tantas canela,
en mis huellas van sus pasos
en mis ojos cantan sus sonrisas.

Día a día
de la lágrima me abrazo
y del silencio escucho verdades:
el dolor, sincero recuerdo, vive
como un relámpago sin alcohol
y a veces le grito y otras agradezco.

Día a día
repito hasta la virtud
un sensato ritmo de charlar;
recompensa eterna del lector
ese que se rinde (des)confiado
ante la sed de mis cuentos.

Día a día
sin esperar al tiempo.

jueves, 30 de abril de 2015

"Latido urbano"

La ciudad se esconde en un silencio
tan silencioso y tan escondido
que a la oscuridad le tiembla la voz
cuando canta engorrosa en las esquinas
tan olvidadas y tan marchitas
que el tiempo se olvida de pasar.


Es desde ese silencio amargo
desde el que nadie la mira como ciudad;
es un viaje de pasada y mentiras
donde las luces se prenden entusiasmadas
y mueren cuando caen las siete;
allí nadie se vuelve un alguien
y las pausas son solo un colapso vial.


No te pido que dones tu pecho
ni te vuelvas altruista al amanecer,
claro, tampoco un milagro enlatado,
pero sí te pido un verso bien ensamblado:
un verso en el que tus pasos valgan
y tu mirada no se engañe pretenciosa;
dale alas a tu cuadra infinita


Cruzá la avenida… cruzando el Pacífico;
tomá un helado… tomando el sabor del aire;
caminá entre la rutina… caminando al caminar;
mirá el tic tac en tu muñeca… mirando el tic tac del cielo;
acaricia un pasamanos… acariciando las manos del viento;
esquiva un pozo… esquivando la neutralidad del ajeno;
mírate estando allí y pregúntate: ¿dónde estoy?


¿Quién dijo que la ciudad
no puede ser la luz de un juego amoroso
que nos ilumina el tiempo
y los paseos al aire urbano?

miércoles, 22 de abril de 2015

"Nuestro lenguaje"

Tus labios me charlan y prevén
saben lo que quieren de mí:
un duelo hasta la muerte,
una muerte que se vive de a dos
y que jamás se cansa de besarnos.

Tus ojos me gritan y atrapan
como una red semántica silenciosa
que se ensambla a nuestro encuentro,
allí donde nace el reflejo verde-azul
para subir y volverse cielo nuestro.

Tus palabras me encierran y desdicen
ganando incluso las guerras no dichas
esas que fingimos entre las sábanas
y que concluyen en un grito blanco:
tan hondo y crespo que pica al pensarlo.

Somos vos y yo
navegando a las patadas
por lo amoroso de nuestro lenguaje. 

"Lágrima sincera"

No hay nada tan sincero
como una lágrima.

Esa transparencia salada
que va cayendo
por la rugosidad de nuestro espejo cotidiano
mostrándole al mundo que aún
somos
un alguien
un cuerpo vivo
un dolor a veces dulce
una idea que quiere que la piensen.

Sí hay algo más sincero
que una lágrima:
una lágrima en silencio.

Ese destello de sol triste y simpático
que va charlando
de labios truncos y corazón sellado.

En conclusión,
a fin de cuentas,
no hay nada tan sincero
como la propia alma
hecha agua.

domingo, 19 de abril de 2015

"Y aunque no estés..."

Quizás mis versos no llegaron a tiempo. Tal vez el sol no se ensambló cuando debía. Y la consecuencia arde como añeja herida que no ha podido superarse.

Ahora solo me queda pedirte perdón. Perdón por ser una rutina con patas y un reloj que jamás agota su pila: perdón por no haber pausado al tiempo y hacerme una tarde para los dos.

Perdón por haber seguido de largo cuando aún llorabas cansada sobre la misma historia de siempre. Perdón por hacer de una crónica una hoja arrugada en la basura.

Perdón por callar mis dudas cuando la disposición sí estaba. Perdón por no llamar (volver a llamar) si no estabas por el momento: ahora suena, suena y suena… y solo hay un muerto silencio.

“Fui a destiempo y por eso nunca llegué…”

Pero gracias. Gracias por estar ahí aunque el invierno fuese vida a nuestro alrededor. Gracias por el amor que en silencio siempre me golpeaba. Gracias por venir cuando sabías que no estaría. Gracias por las palabras proyectadas al futuro. Gracias por ser y haber sido. Gracias.

Y aunque no estés… “¿Cómo le va?”. 

viernes, 10 de abril de 2015

"Una vez que se volvió veces"

En uno de esos “había una…”,
solos íbamos de vez en vez,
mirando al viento bailar silencioso
en los vaivenes del tiempo propio;
allí, algo nos hacía falta.

Una vez de esas veces
algo cambió insignificante
sin saber que sería para siempre:
el grito blanco de una luz rebelde
se escuchó retumbar desde la luna.

Esa fue la noche con más veces:
la primera vez que quisieron besarse,
la vez con más charlas tímidas,
la primera vez que desearon amarse,
la vez con más veces pidiendo por más veces.

El tiempo se hizo viento
y el viento se hizo tiempo espacial:
desde aquella vez, todo giró sin detenerse
y desde ese entonces
todos los días son un húmedo fuego.

En su vez y en su vez juntas,
en sus veces juntos,
no hay nada que viva tantas veces
como el asunto cariñoso
que da vida al sol desde un beso.

Veces… tantas veces…
y siempre un beso solar
a la vez
que se volvió veces. 

viernes, 3 de abril de 2015

"A través del ombligo"

Arañas tu cielo rosado
deseando alcanzar el fuego tibio
ese que llueve como canción
siempre desde la misma voz.

Una vuelta y de vuelta a tu lugar
mirando el mundo giratorio
a través de un ombligo solar:
pasos sin huellas que harán sonreír.

Las paredes tiemblan nerviosas
el horizonte se hace de luz,
allí viene el comienzo
allí viene el llanto y la alegre calma.

El aire se enfría enojado,
el silencio se vuelve ruidoso
pero allí está el primer recuerdo:
canta la bienvenida la dulce voz.

Y un día, todo cambiaste. 

jueves, 2 de abril de 2015

"Tristeza enlatada"

Un relámpago que oscuro
da hondura a la noche
pintando la esperanza de negro
como un sello añejo
que aún quema en la palma.

Una suerte de pascua gris
con chocolates torturados
y crucifixiones azucaradas,
vistiendo a la tarde de agosto
cuando aún vive abril.

Un aliento que deshilachado
viene a morir como una lluvia;
una vez fue lágrima bendita
hoy llora su pasado desde el dolor
ese que aún le pica hediondo.

Un simulacro que fue palabra
queriendo decirlo todo y más
en una simple unión de azar
pero hundido vive en su escepticismo
Fruto de no saber su razón de ser.

Un silencio
que se tragó al cielo.

viernes, 27 de marzo de 2015

"Fuck you"

Por lo general, no hago esto, pero hoy, tengo unas ganas insufribles de hacerlo. ¿Quién te crees que sos? Estoy cansado de reproducir los discursos que querés escuchar. Estoy más que agotado de remar contra un mundo que te ladra al oído y que tomás como verdad absoluta. Yo no vivo en ese mundo. Y desde acá, yo no creo tener todas las razones perfectas. ¿Por qué vos sí? ¿Qué te pasa? ¿Por qué tenes que darle muerte a quien solo intenta darte querendad? Pero tranquilo, hoy tus armas se me han vuelto punto final. Hoy, dejo de ser el estúpido que responde a una bala con un abrazo de sol.

Vos cavaste esta fosa nublada. Regué durante mil y un mañanas un prado que jamás me sonreía. Y lo regué con agua, sol, palabras e incluso oportunidades y razones mal dadas. ¿Y qué sucedió? La misma piedra me volvió a golpear. Una y otra vez, en el mismo lugar. Allí donde la estupidez se vuelve falsa amistad. Yo me tragué tus discursos baratos. ¿Y sabes qué? Vos te volviste barato. Te volviste uno de ellos. Ellos que buscan motivos donde jamás los hubo. Ellos que inventan charlas acusadoras donde siempre hubo silencio. Ellos que ensamblan guerras que solo atacan y jamás escucharon respuestas.

Hoy te suelto la mano. Hoy te dejo flotar a la deriva. Hoy te dejo hundirte en ese mundo que vos elegiste y volviste a elegir una y otra vez sin que nadie te obligara. Hoy me voy con una herida entre mis manos que aunque duele como un infarto, sé que no dolerá más. Nunca más. Se acabó. Hoy le digo adiós a tus cuentos hediondos y tus miradas sabiondas.

Y así como llegaste, te invito a retirarte. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

"Una vez me enamoré (de vos)"

Una vez me enamoré
sin saber que me enamoraba,
me fue sucediendo sin darme cuenta
y cuando quise acordar
ya estaba envuelto en ella:
me enamoré sin darme cuenta
y me di cuenta de tanto amor
cuando de tantos suspiros
ya no sabía quién era.

Me enamoré sin saber qué hacía
yendo y viniendo por un cielo
que nunca había visto tan verde,
pero me enamoré
enamorándome todos los días
y cada día un poco más
y de manera distinta,
me enamoré en todos los lenguajes
y en todos los planetas.


Una vez me enamoré
de alguien que no imaginaba
podría llegar a enamorarme,
pero me enamoró tanto
que ni cuenta me di
que me estaba enamorando,
así que allí caí:
en esa red de rubios cabellos
y cielos verdes con pecas.
Esa vez me enamoré
y desde allí,
no pasó un solo día
en el que no viviese enamorado.

Me enamoré de vos
y acá estamos los dos. 

domingo, 15 de marzo de 2015

"Donde vos estás"

Allí, donde vos estás,
ese es mi lugar,
el pedacito de cielo
al que pertenezco
allí donde me siento vivo
y los dolores se callan,
no importa el dónde
si vos estás y me mirás.

Allí, donde tu sonrisa espera,
ese es mi lugar,
el rincón de tus ojos pícaros
al que siempre vuelvo,
allí donde me siento completo
y ni el silencio me acobarda,
no importa el dónde
si estás, yo voy.

Allí, donde estemos los dos,
ese será mi hogar con dulces,
el reino de tus sueños y los míos
al que nunca nos cansaremos de ir
allí donde nos sentiremos más juntos
y las dudas se apagarán solas,
no importa el dónde
siempre y cuando, seamos los dos.

domingo, 22 de febrero de 2015

"Carta para una tú"

Querida tú,

¿cómo estás? Me parece que hace tiempo que no nos encontramos. Al menos, hace mucho que no nos vemos como solíamos vernos: charlando en el silencio de la tarde. Claro está que ni tú ni yo lo quisimos así, pero así sucedió. Nadie dice que nos amemos menos. No, al contrario. Si estoy aquí y ahora, tipiando a estas horas de la tarde es porque te amo como hace mucho tiempo no lo hacía. Y, claro, porque quiero saber cómo estás.

Hemos estado muy ocupados en el último mes como para mirarnos directamente a la cara. ¿Es cierto que te teñiste de azul ese mechón del que tanto dudabas? De ser cierto, me gustaría verlo de inmediato. ¿Por dónde andas? Recuerdo la última vez que anduvimos por ahí. Había olvidado mi reloj en tu mesita de luz, así que nunca supimos a ciencia cierta cuánto tiempo estuvimos vagando juntos. Quizás eso era lo más dulce de aquello: caminar en la profundidad del sin tiempo, sin apuros, sin obligaciones ni atrasos. Deberíamos volver a visitar la esquina en la que nos conocimos sin darnos cuenta. Y volver a probar aquel té de manzana que nos abrió el corazón sin decirnos nada.

¿Sabes qué se me antoja en este momento? Además del té, claro está. Uno de tus pastelitos de coco y limón. ¿Cómo van los burletes que compramos para el horno? Espero que las tortas hayan dejado de desinflarse como las ruedas de mi bicicleta la última vez que me escapé para decirte “hola”. ¿Te acordas de tu cara cuando asomé de puntillas por la ventana de la cocina? Estaba empapado y muerto de frío. Nunca me voy a olvidar de cómo se sentía el aire a tu alrededor: coco, limón y vos. Fue la primera vez que probé uno de tus pastelitos. ¡Así me enamoraste! Bueno, no, solo así no. Pero qué ganas de comer uno de esos ahora mismo.

A esta altura debes de estar quejándote por mi vieja costumbre de no hablar de mí. Bueno, te voy a dar el gusto de saber de mí (pero en la medida justa, no me presiones). Estuve ayudando a una joven con su escritura. A eso me he dedicado el último mes. Y no te haces idea de la experiencia fascinante –y por momentos desesperante– que fue hacerlo. Guiándola por entre sus propios renglones, descubrí un montón de cosas de mi mismo. Y en ese proceso, me fue inevitable pensar en vos siendo vos. En cómo soñábamos juntos con escribir nuestro libreto y verlo cobrar vida cada jueves en la noche sobre los escenarios del centro. Cada vez que imaginábamos juntos… era como si el mundo se detuviese sobre nosotros y sacara apuntes acerca de lo que pensábamos. Sería lindo juntarnos y reírnos de las notas que nunca llegamos a desarrollar.

Volviendo a la joven, debo decirte que es una chica encantadora. Al principio la idea de enseñarle a alguien lo que siempre defendí que no se puede enseñar, me resultaba bastante molesta en el bolsillo. Pero, como ya te mencioné, en el proceso me di cuenta de que ella me enseñó muchísimo más de lo que yo pude haberle ayudado. Y la mejor paga de todas era su sonrisa cada vez que caía la tarde. Verla sorprendida por sus logros y sonriente por mi orgullo, me hicieron dar cuenta del verdadero valor de esas “clases”. Pero, al fin y al cabo, esas horas pegado a renglones ajenos, fueron las que nos distanciaron. Por ello las dejé atrás. Y aquí estoy de vuelta. Con la hoja en blanco y la tinta intacta. Con los sentimientos de antes pero con más entusiasmo. Esta vez, terminaremos de escribir juntos nuestra historia. Además, con lo que te he enseñado (y tú a mí) en el último mes, todo se nos volverá más fácil. Las palabras saldrán solas de nuestras venas. Y cuando queramos acordar, estaremos disfrutando de vernos en letras.

Bueno, el tiempo se agota y estás por terminar el último ejercicio antes del gran día, así que mejor voy concluyendo. En unos minutos volveremos a ser tú y yo. Los de antes. Los de siempre. Ha sido increíble vivir esto contigo, pero te extraño a ti. A la sonrisa inquieta que siempre anda saltando a mi alrededor. Me alegra haberte podido ayudar. Pero, ahora, es tiempo de volvernos a encontrar.

¿Vamos a caminar y tal vez, si la lluvia no nos gana, a tomar un té de manzana?

Con un creciente amor,
yo. 

viernes, 20 de febrero de 2015

"¿Me explico?"

Algunas veces me miras
preguntándome en tu silencio
cuándo y cómo
nos enamoramos tanto;
¿qué puedo cantarte?
Aún no hemos besado cielo
que sea techo de este brote rojizo.

Solo puedo decirte
un par y medio de cosas
que volando llegan a mis manos…

Si tú sonríes, sonrío.
Si tú sueñas, sueño.
Si tú me amas, te amo.
Si tú buscas, busco contigo.
Si tú temes, te cuido.
Si tú vuelas, vuelo.
Si tú vas al cielo, allí somos dos.
Si tú cantas, escucho.
Si tú hablas, sonrío y escucho.
Si tú vives, vivo.

¿Me explico? 

domingo, 8 de febrero de 2015

"Me gusta cómo me gustas"

Me gusta cuando tu boca
complementa a la mía
en palabras y en encuentro,
porque tus labios se adelantan
a mi necesidad vital;
vivir de a dos.

Me gusta cuando tus ojos
se confunden entre los míos
siendo un único mar eterno:
allí nos perdemos y no volvemos
allí charlamos y volamos
allí todo tiene sentido.

Me gusta cuando tus manos
encajan sin darse cuenta en las mías,
porque así me siento en mi hogar
rodeado de cielos verdes
y sabiendo la única verdad:
somos vos y yo, y nadie más.

Me gusta cuando tus pasos
se vuelven huellas junto a los míos
bajo un mismo sol de febrero:
allí va pintándose nuestra historia
como una foto a la que volveremos
para sonreír aún sonriendo juntos.

Me gusta cuando de repente
me acuerdo cómo me gustas.

viernes, 6 de febrero de 2015

"Aunque sea por un verso"

Un montón de letras
que no voy a entender jamás,
no por falta de sinapsis
ni por pocas ganas de buscar;
el mundo vive allí
y es tan distinto
que me duele de solo pensar.

Necesito aire del bueno
ese que no me mentía
ni me complicaba las noches,
necesito quitarme estos zapatos
y descansar en lo llano de la paz
hasta volver a ser distinto;
me igualé y ya no soy igual que antes.

¿Y la luz?
¿Y la salida?
Déjenme respirar
aunque sea por un verso.

lunes, 26 de enero de 2015

"Menos de tanto"

Sed de luz y ritmo
recorriendo mis delirios
va haciéndose desértica
entre mis labios sin vapor
y mis ojos desteñidos.

Un “tal vez” aún vive
escondido en mi amor eterno,
a veces sube y me mira
preguntándome un dolor seco
hasta volverlo humedad.

Y el mundo sigue girando
y no entiendo a dónde va
y todo me sabe a un sin lugar
y aunque voy, voy sin ir
y todo, todo va a cambiar.

Que alguien me ayude
a dejar de pensar
tanto. 

domingo, 11 de enero de 2015

"Aunque ya no esté"

Habrá un había una vez
en el que ya no respire,
vivirá un silencio crujiente
hasta volverse canto de lluvia;
allí todo volverá a girar.

Habrá quienes aún me llamen
en el frío del viento sin poesías,
buscando el calor de un recuerdo
que yacerá viejo en su propio susurro;
allí todo sabrá mal.

Habrá días que no querrán al sol
por reprocharle un por qué al tiempo,
esos serán cielos sin lunas verdes
que les pido llenen con mis palabras;
allí todo volverá a ser luz.

Habrá segundos que sonarán perdidos
mirándose sin saber cómo llegaron,
quizás ahí sonaría mi voz quejosa
preguntando dónde queda el futuro;
allí todo cobrará sentido.

Habrá más lágrimas en los bosques
pero mirando al horizonte
solo pido una sonrisa aprobadora
que de sangre a una eterna significación;
allí todo tendrá su color.

Habrá… aunque ya no esté. 

miércoles, 7 de enero de 2015

"Un cielo de cielo"

Hubo una vez una noche blanca. Un cielo sin cielo, en el que solo había nada. Allí vivían la rutina, el pasado y un tal presente ameno. Las cosas iban bien: todo dentro de lo planeado, todo dentro de lo normal y lo esperado. Nada se salía de su lugar. Y así se estaba bien. Porque el orden no es malo y los formularios tampoco.

Igualmente, algunas cosas no eran tan simpáticas a la vista. Había razones para hacer y decir las cosas, pero ninguna era lo suficientemente fuerte como para llevarlas a todas. No había un gran horizonte ni un libro de esos que no se leen en un viaje. A veces todo era porque si. Y otras veces, ni siquiera había ganas de buscar un por qué. Pero el latido allí estaba: lento, cotidiano y lejano en algún lugar del cuerpo. Pero estaba, y con eso alcanzaba para seguir a cuestas.

Hasta que un día, algo ocurrió. Un papel se salió de su lugar. Un viento no giró cuando debía girar. Una mancha amarilla comenzó a desperdigarse por el cielo sin cielo. Y las cosas que iban bien, siguieron bien y de repente aún mejor. Y todo lo que estaba en su lugar, se movió. Se produzco un giro que se encargó de teñir al aire de verde. Hasta el silencio puedo escucharse en el bullicio de la primavera saliente.

Un latido resonó firme y luminoso a lo largo de todo el cuerpo. Y más: su fuerza salió al mundo y se escuchó sonar hasta el otro lado del océano. Y de repente, sin que nadie lo imaginase, ya no hubo nada mejor que aquello, que aquel nuevo estado de cosas. Porque se había estado bien, pero se llegó a algo muchísimo mejor. La vida cobró gusto a vida y el sol volvió a sentirse tibio sobre la piel. Todo, todo se despertó.

Y todo, todo te lo debo a vos. 

viernes, 2 de enero de 2015

"Again"

Una luna se vuelve clara
me mira y no la conozco:
¿dónde había estado?
Su luz, su terror romántico
todo sabe igual que antes.

El viento sopla rasposo
ensañado en una misma llaga,
esa que guarda el dolor viejo
y las esperanzas sin regar:
todo vuelve a girar igual.

Noche… noche… como siempre,
vendrá la palabra distraída
y después el susto reaccionario;
el final será igual que siempre:
un después sin un antes (aún verde).

¿Cómo? ¿Por qué sigue sonando?
Es un acorde que aún vibra mortal
ensamblando su mortaja amorosa,
porque allí algún día moriremos
sabiendo que el cielo, quedará lejos.