“¡Olvídala! No te mereces seguir sufriendo… piénsalo”, me
gritó mi mente vistiéndose con su traje de razón. Cerré los ojos intentando
escapar de sus redes; no quería escuchar sus verdades reveladas. “Tú la amas…
lucha por su amor”, me susurró dulce mi corazón. Así nacía la confusión, esa
lucha entre dos enemigos de toda la vida: la razón contra el corazón.
De repente y sin que mi mente lo deseara, una imagen se
tiñó en mis ojos que intentaban dormirse.
El día parecía besado por un bebé recién nacido. Todo era
calma y alegría; la vida emanaba de cada mariposa que jugaba con la brisa. El
cielo estaba más despejado que nunca, casi como si alguien se hubiese tomado el
trabajo de borrar cada nube con los dedos. Alguien… o algo. Así se sentía el
amor por aquellos días.
-¡Corre que te agarro!- le grité a sus ojos que me miraban
dulces a pocos pasos de distancia.
-Nunca me pudiste agarrar, así que ya sabes: si quieres mis besos, ¡ven y pelea por ellos!- contestaron sus labios sonrientes.
-Nunca me pudiste agarrar, así que ya sabes: si quieres mis besos, ¡ven y pelea por ellos!- contestaron sus labios sonrientes.
Así era el amor en ese entonces. Dos inocentes y
despreocupadas almas que se corrían por la pradera durante la tarde. Reíamos,
llorábamos, nos amábamos… Pero en la realidad, más allá de aquella proyección
de lo pasado, ya nada era así.
Tantas peleas, tantos desencuentros, tantos vacíos sin un
acorde que los llenase… Ahora así era la vida. Así era el amor de esos días.
Tantos vacíos que antes se habían llenado, ahora precipitaban en una lucha
campal entre la razón y el corazón.
Sufrir y esperar era un camino muy tentador. Algún día las
peleas se terminarían y todo volvería a sentirse como aquella mariposa que
volaba alegre y derramando vida… ¿pero mientras tanto? ¿Valía en realidad la
pena sufrir tanto, caminar, soportar… sabiendo que quizás no todo volvería a
ser igual?
La mente me decía que olvidara. Tenía que dejar ir a
aquella joven que me había logrado enamorar, llenarme de
recuerdos hermosos y regalarme el dulce de sentirme otro. Pero justamente ahí
estaba el desamor… tenía muchos recuerdos, pero las realidades actuales ya casi
no existían.
¿A dónde se habían ido todos aquellos soles que nos
regalaban sonrisas? El sabor eléctrico que se pegaba a nuestra sangre cada vez
que nuestras miradas se cruzaban, comenzaba a secarse. Se secaba, y ambos lo
sentíamos.
Así era el amor en el presente. Una lucha por existir y ser
feliz. Una guerra por saborear y no sufrir. ¿Seguir? ¿Olvidar? Un montón de
dudas en cuerpos de preguntas sin una clara respuesta.
En temas de amor y sentidos… ¿corazón o razón? Así es el
amor: bipolar.
Me encantó gurú, tas hecho para esto. Obviamente que ahora te sigo. Nunca me había dado cuenta de lo que me estaba perdiendo de leer acá. Mua!
ResponderEliminarmuchas gracias loquita! es un placer que me leas y disfrutes!
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