¿Sabés qué? Me cansé de vos.
Y me cansé de todo lo que hay en mí que tiene que ver con vos. Me asqueé de las
huellas que dejaste en mis labios y de las cicatrices que dibujaste en mi
pecho. Me harté de tus colores favoritos y de tus películas preferidas. Me
superaron tus sueños y me desencantaron tus ideales. Me cansé de vos y de todo
lo que tiene que ver con vos.
No quiero volver a saber de
vos. No quiero olvidar que exististe solo para no volver a cometer el mismo
error. No quiero escuchar tu voz ni en una llamada desde el otro lado del
mundo. No quiero cruzarte de casualidad ni encontrarme con uno de tus
parientes. No quiero tener que hablar con alguien que tenga tu nombre ni
saludar a alguien que use tu perfume. No quiero volver a saber de vos ni de nada
que tenga que ver con vos.
Si por esas cosas del
destino, volvés a aparecerte en mi camino, tomaré el primer avión que me lleve
lejos y, si es necesario, viviré dándole la vuelta al mundo para escapar de tu
sombra. Si el trabajo decide unirnos en un mismo proyecto, tomaré mis cosas y
la renuncia será inmediata. Si desde el fondo del ómnibus te veo asomar por
entre la gente que sube, correré a la puerta y me bajaré de un salto. Si una
misma noche nos encuentra en el mismo restaurante, me iré sin pagar la cuenta y
correré el riesgo de terminar en el calabozo. Si el viento me trae tu voz y tus
pasos se acercan bajo la humedad del verano, me volveré un vendaval tan áspero
y maltrecho que arrasaré todo a mi paso hasta que el aire ya no hable. Si tu
vida vuelve a acercarse a la mía, no dudaré en ponerle fin al borboteo
caprichoso de mi corazón.
¿Te quedó claro? Por las
dudas, te lo digo en tu lenguaje: no quiero volver a enamorarme ni nada que tenga que ver con eso.
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