domingo, 5 de agosto de 2012

“Mi reflejo amigo”


Cuando el respirar ya no es suficiente
y la noche se clava como muerte en tu piel
hasta dejar sin cura tus recuerdos lastimados
destruyendo lo que era y lo que quiso ser
y cuando además de no bastar el aire
para llenar el alma con una pizca de cielo
que logre hacerte dar un paso más
hacia un futuro que no se pinta en tu hogar,
surja callado y herido el lamento cotidiano,
¡oh! ahí será momento de asesinar al reloj
y enviarle al tiempo el ultimátum bendecido,
pues, la muerte mi querido amigo
caminará cerca y de la mano contigo.

Tú no lo ves porque la rutina te lo empaña
pero yo te observo en tu tecleo sin sentido
y puedo afirmarte mi estimado compañero
que el momento pequeño que se va de tus manos
no es más que una parte de tus últimas horas,
así que ten cuidado, ¡cuida cada día!
quizás mañana sea el último,
tal vez pasado termine tu función,
ocasionalmente pasado mañana
tocará a tu puerta vestida de señora
con relámpagos azules prendidos al saco
y manto negro manchado de blanco
encarnado a su cintura mal definida,
y la llave no servirá de escapatoria
ni el grito que taje tu escrúpulos,
¡no corras ni tiembles!
disfruta antes de que el horizonte te muerda.

Pero antes que te vayas de improviso
recuerda que me debes un par de favores
y que los muebles que descansan en tu cuarto
me pertenecen aún cuando estás vivo
y que tu casa siempre ha sido mía
y tu hija, tus vecinos y amigos
no son más que mis propios conocidos,
y tus ojos que causan esa mirada caída
son mis ojos y no los tuyos mi querido amigo.

¡Ah mi querido amigo
y compañero de cada minuto!
¡Ah mi querido espejo
y fiel reflejo!

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