miércoles, 20 de marzo de 2013

"HIMNO AL FRÍO"


Tú eres amigo del desgraciado bonachón
pero ante estas hojas y estos versos
no voy a gritarte y lanzar juramentos,
he aquí una alabanza que comienza sin “oh”
y que no termina con tilde en amor.

Gracias por dejar caer en la tarde
tu manto azul y a veces morado
tejido con hilos del veneno paralizador
que sólo se borra con un encuentro callado
escondido detrás de una taza servida
por manos que juegan enamoradas;
gracias por dejar caer la causa suficiente
del efecto amoroso que se une en un café.

Alabado sea ese aroma a julio sin vapores
que se cuela entre las paredes rutinarias
cuando la noche llama a la puerta clausurada,
pues gracias a ese perfume de hiel
la cama se hace cómplice de la salvación apresurada
dando razón simple y sin explicación
a la charla de pies pasmados
que se abrazan bajo las sábanas de un julio sin vapores.

Ven tú también y canta con los dedos paralizados
mientras recordamos aquellos días infantiles
cuando una voz recordaba y calzaba con deleite
un par de aquello amigo de la lana,
¡eras tú el culpable de tales cálidos cuidados!
Pues el ardor de lo que no hierve
merece gloria por hacernos desviar la mirada hasta el recuerdo.

Allí va el rapsoda con sus deseos de gritar
ese “oh” que se merece pero no se dice
por siempre pensar en juramentos insurrectos
gracias a la consecuencia vacía
y no en la causa nunca explícita
que dejó consecuencia atiborrada de cosquillas
en la manta, el café y el invierno que pasó.
Aquí está tu “oh” y tú tilde en amor (se me salió). 

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