Jamás estaré preparado para decirte adiós. Jamás dejaré de llorar
nuestros silencios tontos. Jamás miraré hacia el mar y podré evitar verte en
cada ola que rompe a mis pies. Jamás silenciaré al viento cuando tu voz se haga
cómplice de la primavera para recordarme que aún estoy vivo y lo debo valorar. Jamás
taparé tu sol con el dedo.
Fui tonto y me arrepiento. Fui culpable de muchas de tus sonrisas tímidas
y no lo lamento. Fui un guerrero que en silencio también peleaba tu batalla y
ahora creo que debí gritar más cerca del frente enemigo. Fui generador de mis
propios enojos basados en tus silencios y también lo lamento. Pero también fui
tu amigo, y por eso te agradezco.
Miro el cielo y me recuesto sobre el pasto. El azul se funde con el
celeste y este se une al blanco. Acaricio el aire que me palmea la espalda.
Cierro los ojos y te veo reír entre números y letras. Me levanto y camino hacia
el horizonte. ¿Promesas? Si, una. Tal vez dos.
Jamás te olvidaré. Jamás la dejaré sola.
jamás podré decirte adiós.
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