–Tengo solo una certeza: esta va a ser nuestra última charla.
–¿Y cómo estás tan seguro?
–Porque, al final, sí elegiste entre darme un beso o romperme el
corazón.
–¿Y eso qué tiene que ver?
–Que a partir de ahora voy a hacer lo que nunca hice.
–¿Y eso es…?
–Cerrar el círculo.
–¿Cómo?
–Cerrar nuestra etapa. Cerrar ese “nosotros”. No olvidar, no dejar
atrás, pero sí seguir adelante. Y guardar todo lo lindo y todo lo bueno, junto.
–¿A dónde vamos con esta “última charla”?
–Nada, a ningún lado. Solo quería verte para poder darte un abrazo.
–…
–Ya va, ya voy.
–¿Y ahora?
–Nada más, prometo no volver a poner palabras en tu boca, ni cosquillas
en tu corazón.
–Siempre tan exagerado…
–No, de verdad: ahora sí se terminó.
–Bueno, como quieras.
–No, yo no elegí: decidiste vos.
–¿Tengo que recordarte quién tomó la primera
decisión?
–No, tenés razón: elegí yo. Pero esta vez, elegimos los dos. Porque vos
elegís romperme el corazón. Y yo elijo sanar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡gracias!