Vos. Vos sabés sobre mí lo
que nadie sabe y lo callás como nadie lo haría. Vos sentiste por mí lo que tal
vez nunca nadie llegó a sentir… y ahora lo sufrís como tal vez nunca nadie
sufrió. Vos me conociste en silencio y dejaste que te conociera en la oscuridad
de mirarnos de ojos cerrados. Vos te ilusionaste tanto como yo con las promesas
que nos hicimos –y no cumplimos–. Vos sacaste lágrimas desde donde no tenías
ganas de vivir y me sacaste las ganas de llorar. Vos hiciste del Sol una noche
y juntos hicimos de la noche un Sol.
Vos. Vos sos la que siempre
fuiste, la que siempre cuidé, la que siempre busqué, la mujer de la que –al
final– me escapé. Vos sos el recuerdo que he intentado borrar, la mancha que no
puedo dejar atrás. Vos sos esa canción que se repite una y otra vez en mi
cabeza. Vos sos ese dolor de cabeza que me recuerda que sigo vivo. Vos sos esa
conversación pendiente. Vos sos ese deseo de cumpleaños que sigo esperando. Vos
sos esa voz que el viento trae a mi piel cada vez que el invierno me golpea en
el estómago. Vos sos ese “quizás” que siempre quise que fuese mucho más. Vos
sos ese veneno que quiero que me vuelva a enfermar.
Vos. Vos vas y venís en mi
corazón como un relámpago inquieto. Vos golpeás todo lo que creo que está bien
y te encargás de darme vuelta el mal humor en un par de besos resfriados. Vos
encendés ese fuego que creía que –por fin– había muerto en mi alma. Vos decís
sin decir lo que siempre quiero que alguien me diga. Vos hacés que me invadan
los nervios y que la paz me envuelva en un abrazo lleno de una angustia
cariñosa y pegajosa. Vos le das rumbo a mis ideas y calor a mis pies. Vos
caminás más adelante, pero volvés siempre a darme la mano. Vos leés lo que no
escribo y escribís lo que siento, pero no digo. Vos hacés girar el mundo a
nuestra manera.
Vos siempre fuiste vos… ¿y ahora
qué vamos a hacer los dos?
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