sábado, 2 de diciembre de 2017

"Un día te llegará una carta"

Un día te llegará una carta que se dará de bruces con tu realidad inmediata. La mirarás de frente, la darás vuelta una y otra vez, leerás varias veces el destinatario y antes de abrirla ya sabrás todo lo que dice y quién la firma. Y en ese momento hasta tendrás claro qué responder sin siquiera haber visto las últimas dos palabras del renglón final.

Un día te llegará una carta que cambiará todo para siempre o que no habrá significado más que el gasto innecesario de un pedazo de papel y unas tiras de cartulina. Allí dirá todo lo que durante tanto tiempo esperaste y todo lo que ya dejaste de esperar.

Un día te llegará una carta y te sentirás poco sorprendida por su arribo a tu buzón. La fecha, la hora y el lugar ya los tendrás más que sabidos. Los involucrados, los desentendidos y los enamorados… a todos los tendrás bien conocidos. La ropa, el perfume y hasta el peinado: todo te resultará familiar en tu proyección de lo que podría suceder.

Un día te llegará una carta que irá cargada con el deseo imperioso de que no la respondas. “No respondas, por favor”, dirá el texto en alguna parte. Y recordarás tus propias palabras, tus propios deseos lejanos y tus propios miedos todavía frescos.

Un día te llegará una carta y la abrirás. Confirmarás la identidad de quién la envía, confirmarás el motivo –la cita, con la fecha, el lugar y la hora que ya sabías–, confirmarás las últimas dos palabras del renglón final –“te amo”– y confirmarás todo lo que ya tenías confirmado desde antes de abrirla, desde el “no respondas, por favor” hasta la presencia inamovible de todo lo que esperabas, pero ya dejaste de esperar.

Un día te llegará una carta que hará de tu estómago un bullicio de décimas de diciembre. Te enojarás, gritarás, sonreirás, mirarás el cielo rojo y sabrás exactamente qué hacer: esa respuesta que siempre supiste que algún día habrías de afrontar.

Un día te llegará una carta. Y sabrás que es mía.

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