miércoles, 16 de enero de 2013

"HIMNO AL OPTIMISMO"


Definitivamente
no tengo solución.
Pero no
por no saber las respuestas
o por tildarme
de rey ante otros (plebeyos),
¡claro que no!
No tengo solución
por el hecho simple y meritorio
de saborear al fracaso
como un lugar donde hubo intento
y sobró el coraje,
de sentir al olvido
como una respuesta al desamor
como una reacción positiva
como un estímulo
que deja espacio para el futuro.

Tengo un problema,
claro está.
Así
me lo demuestran los mortales,
así
lo siento cuando voy al bar,
así
vivo esto a lo que unos llaman “caminar”.
Pero
aunque tenga un problema
este
no habita en mis huesos
y
no me grita en la cabeza
o
me rezonga en el corazón.
Así que
¿cómo darle solución
a este problema
si quienes dicen que tengo un problema
no me tratan
ni me medican
ni me derivan?

¡Claro!
¡Eso era!
Definitivamente no tengo solución.
O…
al menos
eso es más fácil de creer, ¿no?
Y ahora que lo digo…
jamás había pensando en eso.
Mi problema
es su creencia.
Mi solución
es su escepticismo.
Mi problema sin solución
es mi estilo de vida.
¡Pero alto!
Si muero ahora
o dentro de unas lunas,
no quiero una disección
¡no quiero la solución!
Así vivo mejor que muchos,
así vivo mejor ustedes.
¿Por qué?
Simple.
Sencillo.
Saboreable.
¡OPTIMISMO!

De seguro
mañana comemos algo rico…

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